El Gobierno de Alemania insiste, cada vez que se le reclama más apoyo a Kiev, que es el primer contribuyente de la UE en ayuda financiera y militar a Ucrania. La mera insinuación de que vaya a reducirse esta ayuda por presiones de la pujante ultraderecha fue calificada de «abominable» por el portavoz del Ejecutivo, Wolfgang Büchner.
Pero lo cierto es que el mantra del canciller Olaf Scholz, según el cual Alemania brindará «todo el apoyo y por el tiempo que haga falta» al país agredido, amenaza con resquebrajarse bajo el dogma de la austeridad de su ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner.
Para 2024, la partida asignada al apoyo a Ucrania será de 7.500 millones de euros, un volumen que se reducirá en 2025 a 4.000 millones de euros para descender a mínimos, 500 millones, en 2027. Las cifras fueron filtradas por el dominical del diario ‘Frankfurter Allgemeine’. El viernes, los tres socios del Gobierno, socialdemócratas, verdes y liberales, pusieron fin a una de sus crisis internas al anunciar, a punto de expirar el plazo para su entrega al Parlamento, el desbloqueo de los presupuestos de 2025.
Lindner está determinado a que se respete el freno a la deuda, que impone al endeudamiento el tope del 0,35 % sobre el PIB. Ello significará recortes en prácticamente todas las partidas, entre ellas la del apoyo a Ucrania. Se contempla la posibilidad de autorizar «necesidades adicionales», si están «debidamente fundamentadas» y tras analizarlas «una a una», indicaron fuentes de Finanzas este lunes, día en que Scholz regresó a su oficina tras tres semanas en modo ‘off’.
Carta filtrada
Que el ministro de Finanzas se toma en serio lo del recorte del gasto público quedó claro en la carta enviada el 5 de agosto a los titulares de Defensa, el socialdemócrata Boris Pistorius, y la de Exteriores, la verde Annalena Baerbock, advirtiendo que no pueden autorizar «medida alguna» que no tenga garantizada «su financiación» y que ésta no puede «superar el límite contemplado».
La filtración de esa carta ha sacudido la rentrée política de Scholz. Por un lado, porque revela la persistente crisis en una alianza de gobierno que desde el inicio de la legislatura exhibe públicamente sus disensos. Por el otro, porque afecta al crédito de 50.000 millones de euros prometido a Ucrania por el G7, el grupo de las siete potencias que son Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Japón y Canadá. Finanzas considera que esa ayuda se cubrirá con los intereses generados por los fondos rusos congelados, tal como decidió en su última cumbre el G7. En medios alemanes se duda de la viabilidad de esta pretensión. Se estima que desde el inicio de la invasión de Ucrania, el volumen de esos fondos congelados es de 260.000 millones de euros, de los cuales 210.000 millones estarían en manos de la UE. Para la UE, solo se pueden utilizar los intereses que generen, no los fondos en cuestión.
El extremismo prorruso reclama el fin del apoyo
Los recortes en la ayuda a Ucrania llegan en un momento complejo para el Ejecutivo germano y resto del espectro parlamentario, salvo la ultraderecha y la nueva izquierda radical. Desde las propias filas socialdemócratas de Scholz se advierte de que la perspectiva solo puede beneficiar a Moscú, en un momento en que las tropas ucranianas logran objetivos en la región rusa de Kursk.
La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), como la izquierda populista liderada por Sahra Wagenknecht, se agarran a la «trama ucraniana» recientemente revelada como implicada en el sabotaje que destruyó el gasoducto Nord Stream y reclaman el fin de los suministros a Kiev. Estas dos formaciones extremistas, identificadas como «cercanas» a Vladímir Putin, enarbolan así informaciones comprometedoras para Kiev, difundidas estos días por medios alemanes y estadounidenses. Por un lado, la orden de detención emitida por la justicia alemana contra un buceador ucraniano presuntamente implicado en la valoradura submarina que en septiembre de 2022 inautilizó el gasoducto. Por el otro, las procedentes de ‘The Wall Street Journal’, según el cual el presidente Volodímir Zelenski estuvo al tanto de estos planes. Alemania no debe seguir apoyando «a teóricos amigos que destruyen nuestras infraestructuras», según el líder del ala más radical de la AfD, Björn Höcke. El partido de Wagenknecht exige el fin inmediato del apoyo a Kiev.