El verano es para descansar, evadirse del ajetreo rutinario, centrar la mente en uno mismo, rodearse de los suyos, y viajar a destinos desconocidos. Y qué mejor manera de hacerlo que llevando un libro pendiente para, en los momentos idóneos, sumergirse en sus páginas.
Bien sea durante el trayecto hacia el destino escogido, en la piscina o en la playa, lo que no debe faltar es un buen libro que amenice el plan, una ventana hacia otros mundos y para conocer nuevas historias, una oportunidad de oro para retomar un hábito de lo más enriquecedor.
Si la indecisión a veces dificulta la tarea de escoger un título, decantarse por una novela convencional o algo más reflexivo como un ensayo, que no cunda el pánico, a continuación dejamos cinco libros imprescindibles y para todos los gustos.
Los nombres propios, de Marta Jiménez Serrano
Qué mejor que empezar esta serie de recomendaciones con una que ya trae de por sí el espíritu veraniego. El primer título narrativo de la escritora madrileña fue todo un éxito en ventas y trajo consigo un estilo desenfadado que, con facilidad, capta la atención de cualquiera que lo lea.
La historia de Los nombres propios aborda una simple pregunta: ¿Quién es Marta? Entre sus páginas, la que fue su amiga imaginaria de la infancia cuenta con todo detalle la evolución de la protagonista desde su niñez, adolescencia y hasta la edad adulta. Una historia cronológica que hace preguntarnos quiénes somos, qué camino hemos tomado para ello y cuáles son las cosas que realmente importan.
Todo el mundo sabe que tu madre es una bruja, de Rivka Galchen
¿A quién no le gustan las historias de brujas? Alejándose de cómo estas tramas han sido reflejadas en el cine o en otros libros, la historia que trae la escritora canadiense, ambientada en un pequeño pueblo de la Alemania del siglo XVII, retrata los prejuicios sociales, la habladuría rural y el ensañamiento de un pueblo entero contra una mujer acusada de ser una bruja.
La trama que envuelve a Katharina Kepler se desenvuelve a caballo entre el humor negro de cómo la protagonista afronta la retahíla de acusaciones y el proceso judicial que se cierne sobre ella.
La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera
Quizás el título más reflexivo de esta lista veraniega, el escritor checo es conocido por la intensidad y reflexión de sus palabras y relatos. Unas historias que, pese a poder generar reticencias en aquellos que buscan una lectura más ágil, el resultado siempre desgrana una ristra de preguntas.
Y es que La insoportable levedad del ser integra todos los ingredientes necesarios para parar y preguntarse cómo nos enamoramos, por qué actuamos por celos, las paradojas de nuestros actos o la razón por la que sentimos debilidad hacia una persona.
Carcoma, de Layla Martínez
Para los que quieran alejarse de los convencionalismos, la fórmula entre terror y un escenario rural resulta ideal. La periodista madrileña, en la que es su primera novela, no deja a nadie indiferente entre sus líneas.
Lo que se presenta como una historia de conflicto familiar, atrapado en las paredes de una misma casa, se convierte en una áspera crítica hacia el daño que pueden infringir los prejuicios de una comunidad rural pequeña; en un retrato de cómo el pasado –en forma de fantasmas y sombras- envuelve en una prisión el presente y de la que es difícil escapar en el futuro y, en esencia.
Todo va a mejorar, de Almudena Grandes
Sin dejar de mencionar a una de las grandes escritoras de nuestro país, Almudena Grandes retrató en su obra póstuma cómo habría sido España si la pandemia hubiese evolucionado en otra dirección, si el poder como lo conocemos hubiera caído en otras manos, si se hubiera dado un golpe sobre la mesa para romper con lo establecido y construir un horizonte mejor.
Para aquellos que deseen escapar de la actualidad, aunque son ávidos seguidores de la acción política, esta novela trae la irrupción de un partido poco convencional que dará un giro radical a los cimientos de la democracia y, con ellos, a los de todo un país.
