Habían solventado ya China y Filipinas su enquistado pleito del Sierra Madre, el desvencijado barco varado en un arenal, cuando sus guardacostas se buscaron hasta encontrarse en un atolón vecino. La segunda colisión en meses revela que las tensiones marítimas sobrevuelan los acuerdos puntuales y los compromisos de enmienda.

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