En el decimotercer día de la campaña ucraniana en Kursk las fuerzas de Kiev buscan fijar posiciones en esta región fronteriza rusa y echar por tierra el mito del poderío militar de Moscú, cuyo Ejército sigue a la caza de grupos móviles del enemigo.
Tras destruir el pasado viernes un puente sobre el Seim clave para el abastecimiento de las tropas rusas, Ucrania atacó este domingo un segundo cruce sobre el mismo río, hecho confirmado por los principales blogueros militares rusos pero no por el Ministerio de Defensa de Rusia.
«Una vez más doy las gracias a los pilotos por su profesionalismo y el resultado», dijo el responsable de la Fuerza Aérea de Ucrania, Mikola Oleschuk, al informar de este éxito ucraniano que priva «al enemigo de capacidades logísticas, lo que afecta de modo significativo el curso de las hostilidades».
Convertir el Seim en barrera natural
En un vídeo publicado en redes sociales, el Ejército ucraniano mostró imágenes de cómo una explosión destruye parcialmente el puente, mientras que los blogueros rusos publicaron fotos de los daños, que lo tornan temporalmente intransitable para vehículos, pero todavía permite el paso de peatones.
Aún así, el Seim se convierte en un obstáculo natural más para el abastecimiento de las fuerzas rusas que tratan de expulsar de estos territorios a los ucranianos, y quienes aprovechan la situación para fijar posiciones.
Con ello, el Ejército ucraniano busca reeditar lo sucedido en Jersón, cuando los ataques contra el puente de Antonov sobre el Dniéper obligaron a los rusos a abandonar la ciudad, la única capital regional que habían tomado tras el comienzo de la guerra.
El asesor del alcalde ucraniano de Mariupol, Petro Andryushchenko, señaló que la destrucción de puentes sobre el Seim «pone a los rusos frente a una elección: o rendirse, o ahogarse en el río, o quedarse del otro lado».
Si las fuerzas rusas optan por quedarse del otro lado del río, estimó, pierden la oportunidad de recuperar en largo tiempo las zonas de Kursk controladas por Ucrania y de contratacar la región ucraniana de Sumi.
Ucrania desmantela la imagen del poderío ruso
El rápido avance ucraniano en Kursk y la incapacidad rusa de hacer frente a esta ofensiva develaron el desorden y la desunión en la cúpula militar rusa, según Mijailo Podoliak, consejero del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
En una entrevista a The Independent, afirmó que las Fuerzas Armadas de Rusia «no justifican su nombre» y el caos imperante en el mando ruso permitió a Ucrania aprovechar sus debilidades para atacar.
«Estamos desmantelando la imagen propagandística de Rusia como una sociedad altamente militarizada con un alto sentido de la unidad. La realidad no sostiene la reputación de sus Fuerzas Armadas. La operación en Kursk lo evidenció con mucha claridad», aseveró.
Las fuerzas rusas a la caza de ucranianos infiltrados
Mientras, las fuerzas rusas continúan a la caza de grupos móviles ucranianos infiltrados en la zona y tratan de aniquilar el mayor número de efectivos y máquinas de combate enemigas.
El Ministerio de Defensa ruso señaló que las unidades de la agrupación militar Séver (Norte), se apoyan en la aviación y la artillería para detectar y aniquilar en las zonas boscosas grupos móviles enemigos que intentan adentrarse en territorio ruso.
Añadió que «fueron repelidos ataques de grupos de asalto» de tres brigadas motorizadas y una brigada de asalto en las cercanías de cuatro localidades de la región, destruyendo durante los combates un tanque y varios blindados.
Además, el Ejército ruso hostiga la retaguardia de su enemigo y destruyó una lanzadera múltiple M270 MLRS de fabricación estadounidense en la región ucraniana de Sumi, donde también la aviación rusa atacó las reservas ucranianas, arsenales y almacenes de combustible en seis distritos fronterizos.
Aunque las fuerzas rusas no han logrado poner punto y aparte a la incursión ucraniana, que ha fructificado y podría extenderse por mucho tiempo, además de significar un duro golpe a la reputación de Rusia, algo que no alegra para nada al Kremlin, tampoco parece de momento quitarle el sueño.
En vez de permanecer en su oficina del Kremlin o de Novo Ogariovo, tomándole el puso a esta crisis que afecta directamente parte del territorio ruso, inalienable según la Constitución, el presidente ruso, Vladímir Putin, se permite viajar hoy a Azerbaiyán para estrechar los lazos entre Moscú y Bakú y debatir las posibilidades poner fin al conflicto azerbaiyano-armenio.