Pedro Sánchez, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y el nuevo presidente de la Generalitat, Salvador Illa, se han dado cita este fin de semana en la isla de Lanzarote para diseñar la estrategia del nuevo curso político, en el que el PSOE debe afrontar un severo desafío.

Deben resolver cómo mantener el Gobierno cumpliendo todos los compromisos adquiridos con ERC (con el rechazo de los principales barones socialistas al concierto económico catalán) y recomponer, al mismo tiempo, las relaciones con Junts, ante el riesgo de ruptura total.

Pedro Sánchez llegó el lunes a Lanzarote para disfrutar de sus vacaciones en la residencia oficial de La Mareta, tras asistir a finales de julio a varias jornadas de los Juegos Olímpicos en París junto a Begoña Gómez, para apoyar a los atletas españoles.

Por su parte, José Luis Rodríguez Zapatero, en su momento de mayor influencia política sobre el actual Gobierno, se encuentra desde hace varios días en el chalé que se compró, en 2018, junto a la Caleta de Famara, en la costa norte de la isla. 

Llegó envuelto en la polémica por su presencia en las elecciones del 28-J de Venezuela, que el PP (y buena parte de la oposición venezolana) ha interpretado como un aval al fraude cometido por Nicolás Maduro.

El último en llegar a la isla ha sido Salvado Illa. Lo hizo el viernes, una semana después de su investidura como presidente de la Generalitat, y tras nombrar a los miembros de su Govern.

Este sábado se hizo patente la ausencia de Illa en el homenaje a las víctimas del atentado terrorista de Las Ramblas, celebrado en Barcelona en el séptimo aniversario de la masacre. Al acto sí asistieron sus consellers de Justicia, Ramon Espadaler, y de Interior, Nuria Parlón, así como el alcalde de la ciudad, Jaume Collboni.

Las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL indican que Sánchez, Zapatero e Illa tienen previsto celebrar en los próximos días algún encuentro, bien en La Mareta o en la Caleta de Famara. Tan sólo 28 kilómetros separan por carretera ambas residencias.

Abordarán la actual situación política y su principal desafío: cómo recomponer la red de alianzas tejida por Pedro Sánchez para mantenerse en el Gobierno.

Cinco ministros celebraron el pasado fin de semana en Barcelona la toma de posesión de Salvador Illa como el mayor éxito político del PSOE desde la llegada de Sánchez a la Moncloa, en junio de 2018.

Sin embargo, este éxito ha tenido un precio muy elevado. Por un lado, tras verse privado de la presidencia de la Generalitat, Carles Puigdemont amenaza la estabilidad del Gobierno.

El riesgo de ruptura total se evitó el pasado día 8, cuando Puigdemont se presentó en Barcelona, dio un discurso en las inmediaciones de Parlament ante 3.000 personas y se dio de nuevo a la fuga (los Mossos afirman que se les escapó en un semáforo) para regresar a Waterloo.

La detención de Puigdemont para ponerlo a disposición del juez del Supremo Pablo Llarena (que muy probablemente hubiera dictado su ingreso en prisión preventiva) habría resultado la más seria amenaza para la continuidad de la legislatura.

Conjurado este peligro, el PSOE es consciente de que Junts va a vender más caro que nunca el apoyo de sus siete diputados a cualquier iniciativa parlamentaria que presente el Gobierno. Y todo ello pone en duda la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de 2025.

Las relaciones son más amistosas con ERC, pero tampoco van a resultar fáciles. El partido de Marta Rovira y Oriol Junqueras, que vive una importante fractura tras su debacle en las elecciones catalanas del 12-M, apoyó con sus 20 diputados la investidura de Salvador Illa, pero desistió de incorporarse a su Govern.

El principal punto del acuerdo de investidura, el concierto económico para que la Generalitat recaude todos los impuestos, no sólo cuenta con el rechazo frontal de los principales barones socialistas. Deberá abordarse en 2025 mediante una reforma de la Ley Orgánica de Financiación Autonómica, cuya aprobación no está ni mucho menos asegurada.

Dos de los socios del Gobierno, Compromís y Coalición Canaria, se oponen a esta medida, por considerar que resultará discriminatoria para sus respectivas regiones. Por su parte, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, pretende liderar tras el verano un frente común de los presidentes autonómicos para tumbar el cupo catalán.

Si el PSOE no logra sacar adelante la reforma, también quedará en el aire el apoyo de ERC al Gobierno de Pedro Sánchez y al Govern de Salvador Illa.

El senador del PP Sergio Ramos Acosta calificó este sábado de «chula y prepotente» la actitud de Pedro Sánchez, por invitar a Illa a pasar unos días en el palacio de La Mareta, en lugar de reunirse con el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, para tratar la grave crisis migratoria de las islas.

La cita veraniega de Lanzarote se produce cuando el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero atraviesa su momento de mayor influencia política sobre el actual Gobierno.

No sólo ha sido el telonero y animador de los mítines del PSOE desde las elecciones generales del 23-J. Durante los últimos meses, también se ha encargado de engrasar la relación con ERC y Junts (junto al ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y al secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán).


José Luis Rodríguez Zapatero junto a su mujer, Sonsoles Espinosa, en Lanzarote en el verano de 2022.

Pedro Sánchez tiene hoy en cuenta, más que nunca, el criterio de Zapatero a la hora de diseñar las líneas maestras de su estrategia. Pero Zapatero también se ha convertido en un quebradero de cabeza por su presencia en las elecciones presidenciales de Venezuela celebradas el pasado 28 de julio.

Dos semanas después de aquellos comicios, Zapatero sigue guardando silencio sobre el fraude cometido por Nicolás Maduro.

La última en pronunciarse ha sido, este sábado, la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, quien clamó ante los más de 15.000 venezolanos que llenaban la Puerta del Sol: «José Luis Rodríguez Zapatero tiene mucho que callar en Venezuela, muchos negocios, muchos intereses, viajes de lujo, rescates de aerolíneas, maletas de madrugada en Barajas…»

«Nos avergüenza que públicamente haya apoyado la dictadura de Maduro y calle ante las atrocidades que se siguen cometiendo en Venezuela», remató.

En su comparecencia del martes ante el Senado, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares aseguró que Zapatero está desarrollando en Venezuela «una labor que el Gobierno valora y aprecia, y también la oposición».

«Ha participado en muchos diálogos, en muchas mediaciones y en muchas liberaciones de presos políticos», añadió ante las críticas lanzadas por el PP. Aunque en la actualidad, la oposición venezolana que lidera María Corina Machado no considera a Zapatero como un interlocutor válido, sino que lo ve como una figura muy próxima al régimen de Maduro.

Una vez concluya sus vacaciones en la residencia de La Mareta, el presidente Pedro Sánchez tiene previsto emprender a finales de agosto una gira por Senegal, Mauritania y Gambia. Tres países con los que España precisa estrechar su relación diplomática para frenar la dramática crisis migratoria que atraviesa Canarias.

En cuanto a Zapatero, estas no son sus primeras vacaciones en Lanzarote. En marzo de 2018, consiguió vender el chalé que se había construido en León y (tal como informó EL ESPAÑOL) compró por medio millón de euros su actual residencia de verano en la Caleta de Famara.

La casa de Zapatero en Lanzarote.


La casa de Zapatero en Lanzarote.

Se trata de un chalé de 88 metros cuadrados, ubicado en una parcela de 1.350 metros. La urbanización en la que se halla esta vivienda se encuentra junto a una antigua población pesquera, dentro del Parque Natural del Archipiélago de Chinijo.



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