España cuenta con un montón de kilómetros de costa maravillosa, y en este verano no habrá mejor plan que elegir una playa cercana y marcharse allí para olvidarse de todo. Esto hace que, al igual que nosotros disfrutamos de ellas, también hagan su aparición las medusas.
Lo cierto es que los hay hasta rocosos, algunos escondidos y mágicos, otros famosos y siempre abarrotados… España tiene playas fantásticas para todos los gustos. Pero, al mismo tiempo, librarnos de las medusas no está implícito en ello.
Las medusas siempre están ahí. Se camuflan entre las piedras del fondo del mar o de las algas marinas y cuando menos nos lo esperamos, zas, calambre. Justo por ello, diferentes zonas costeras de España han alertado de la presencia de esta especie con gran abundancia.
No es nada baladí, tampoco, porque aunque hay medusas que no son más que eso, medusas (aún del peligro que tienen), España también recibe todos los años algunas de sus especies más peligrosas. Pero vayamos por partes. ¿Por qué llegan a nuestras costas? ¿Y qué tipos son los que más debemos prestar atención?
La presencia de medusas depende de varios factores, como el aumento de temperatura del agua
En primer lugar, la presencia de medusas en España depende de varios factores. Por una parte, el propio ciclo biológico y reproductivo de las medusas que se produce durante finales de la primavera y todo el verano, en función de cada especie.
De este modo, con la llegada de las altas temperaturas también aumenta la temperatura del agua. Y esta es la señal que necesitan las medusas para iniciar su ciclo reproductivo.
En este sentido, el cambio climático está provocando que el agua del mar esté más caliente durante más tiempo por lo que se aumenta el periodo de reproducción de las medusas.
En consecuencia, al haber más medusas durante más tiempo, también habrá más medusas al año siguiente como descendencia de las actuales. Es más; si la temperatura del agua sube más y esa temperatura del agua es más persistente, los pólipos van a dar antes las medusas. Y van a aparecer antes.
Aumenta la llegada de las peligrosas medusas oceánicas
Asimismo, estos cambios propician la llegada a las zonas de baño de las peligrosas medusas oceánicas, arrastradas por el viento hacia la costa. Tal y como explicaba a EFE el biólogo marino y profesor de investigación del CSIC, Josep María Gili, incluso se puede dar la paradoja de que no se aprecien medusas en el mar, pero que los bañistas sufran sus picaduras.
Esto debido a que las altas temperaturas hacen que estos animales mueran y se descompongan antes, dejando en el agua una mucosidad compuesta por células urticantes que ocasiona picaduras «aún cuando no se aprecia la presencia de medusas en el mar».
La Physalia physalis o carabela portuguesa, la más peligrosa (y también la más común)
La más peligrosa según el Ministerio es la Physalia physalis, también conocida como Carabela portuguesa, que también es de las más comunes. «Es típica de las aguas templadas del Atlántico pero es ocasionalmente observada en las aguas del Mediterráneo», apunta el MITECO. Su peligrosidad es «muy elevada» y el contacto con los tentáculos “puede tener consecuencias muy graves para las personas».
«Su potente veneno con propiedades neurotóxicas, citotóxicas y cardiotóxicas pueden llegar a producir en algunas situaciones un shock neurógeno provocado por el intensísimo dolor, con el consiguiente peligro de ahogamiento», sostiene la web del Ministerio de Teresa Ribera. Con 30 centímetros de largo y 10 de ancho, esta medusa, en el caso de los problemas más comunes, puede producir «quemazón y dolor vivo, y laceraciones en la piel como consecuencia del intimo contacto con los tentáculos».
Otras medusas peligrosas
- Pelagia noctiluca. La medusa Pelagia noctiluca, comúnmente conocida como medusa luminiscente, abunda en el mar Mediterráneo y también en el Atlántico. Lo más frecuente es encontrarlo en aguas abiertas, pero se acerca al litoral durante el verano. Su peligrosidad es alta, provocando no solo irritaciones y escozor en la piel, sino que también puede causar heridas abiertas que son susceptibles a infectarse con facilidad.
- La medusa Rhizostoma pulmo, popularmente conocida como medusa aguamala o aguaviva, se encuentra en el mar Mediterráneo y en el Atlántico, llegando a sus costas en primavera, y permaneciendo en ellas hasta otoño. Su peligrosidad es media porque, pese a que no provoca cuatros dermatológicos graves, las irritaciones no solo son causadas por el contacto directo con esta medusa, sino que su simple presencia en el agua puede producirlas.
- Caribea marsupialis o ‘avispa de mar‘. Suele aparecer en aguas no muy profundas y es muy común en aguas españolas. Por el día suele reposar en un fondo arenoso, mientras que por la noche se desplaza a la superficie. A pesar de sus pequeñas dimensiones, la picadura de estas medusas es muy urticante.
- Cotylorhiza tuberculata o ‘huevo frito’. No cuenta con tentáculos, sino solo con ocho brazos y es una especie propia del Mediterráneo, con preferencia por aguas cálidas. De hecho, los adultos suelen ser más abundantes a finales de verano.
- Aurelia Aurita. No es de las más peligrosas, pero sí de las especies más comunes en las playas de todo el mundo. Su picadura suele producir síntomas leves, aunque muy molestos, tales como inflamación y escozor. Aparece tanto en costas, como en puertos.