El nuevo portaaviones de la clase Ford de la Armada de Estados Unidos, como el USS Gerald R. Ford, diseñado para sustituir a la envejecida clase Nimitz, enfrenta varios desafíos a pesar de contar con tecnología avanzada y una mayor tasa de operaciones.

Este portaaviones, bautizado en honor al trigésimo octavo presidente de Estados Unidos, es el más reciente en entrar en servicio en la flota naval del país.

Equipado con dos reactores nucleares Bechtel A1B, el USS Gerald R. Ford es capaz de alcanzar velocidades superiores a 35 millas por hora, comparables a las de los portaaviones de la clase Nimitz.

Sin embargo, la pregunta que surge es si la Armada realmente necesitaba estos nuevos portaaviones, dado que la clase Nimitz puede lograr lo mismo con costos de construcción y mantenimiento más bajos.

Según la Armada, la clase Ford ha sido diseñada para ser más eficiente, permitiendo un flujo optimizado de aeronaves, combustible y municiones, lo que incrementa la cantidad de salidas y recuperaciones en un determinado lapso.

Un portaaviones de la clase USS Ford. Foto: Contramaestre de 3ª clase Riley Mc / Dominio público

Aun así, los verdaderos desafíos actuales para los portaaviones estadounidenses provienen de las estrategias antiacceso/denegación de área (A2/AD) desarrolladas por sus enemigos, que buscan limitar la capacidad de proyección de poder de estos buques al mantenerlos fuera del alcance operativo de sus aviones.

Para enfrentar estos retos, los portaaviones Ford están equipados con tecnologías avanzadas como el Sistema Electromagnético de Lanzamiento de Aeronaves (EMALS) y el Equipo de Detención Avanzado (AAG), diseñados para mejorar la seguridad y eficiencia en las operaciones de lanzamiento y recuperación de aeronaves.

No obstante, la implementación de estas tecnologías ha generado diversos problemas que han retrasado la operatividad total del USS Gerald R. Ford desde su puesta en servicio en 2017, aumentando los costos y creando brechas estratégicas en la flota.

Entre los problemas más destacados se encuentran las fallas en los sistemas EMALS y AAG, los cuales han presentado tasas de fallos superiores a lo esperado, poniendo en riesgo tanto la seguridad de los aviadores navales como de las costosas aeronaves.

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Portaaviones clase Gerald R. Ford – CVN

Asimismo, los elevadores de armas avanzados (AWE), encargados de transportar bombas y misiles, también han presentado fallas que podrían resultar fatales en situaciones de combate intenso.

Otra de las áreas problemáticas son los deflectores de chorro de aire (JBD), cruciales para proteger la cabina de vuelo del calor generado por los motores de los aviones durante el despegue.

Estos sistemas han experimentado problemas de fiabilidad, particularmente en sus actuadores electromecánicos, lo que podría comprometer la operatividad del portaaviones en combate prolongado.

Estos inconvenientes han provocado sobrecostos y retrasos significativos, generando dudas sobre la relación costo-beneficio de la clase Ford. Actualmente, la Armada está construyendo tres portaaviones adicionales de esta clase, y se prevé la construcción de dos más.

De estos, el USS Gerald R. Ford ya está en servicio activo y fue desplegado recientemente en el Mediterráneo oriental tras los ataques de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023.

Aunque los portaaviones de la clase Ford prometen un mayor número de salidas, tecnología avanzada y velocidad impresionante, aún está por verse si podrán superar los desafíos A2/AD planteados por rivales como China.

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