El deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y China ha generado preocupación sobre la posibilidad de una guerra, especialmente en la región del Indopacífico.
Las avanzadas capacidades chinas de acceso y negación de área (A2/AD) presentan desafíos significativos para la proyección del poder militar estadounidense, particularmente en lo relacionado con sus bases aéreas y buques de guerra de superficie.
En este contexto, los submarinos de la clase Virginia de la Armada estadounidense juegan un papel crucial para contrarrestar estas amenazas.
La relación entre Estados Unidos y China se encuentra en su peor momento en décadas, lo que incrementa la posibilidad de una guerra, ya sea en torno al control del Mar de China Meridional, las Islas Senkaku o Taiwán. Actualmente, las probabilidades de éxito para Estados Unidos en un enfrentamiento de este tipo son desfavorables.
China cuenta con ventajas significativas que podrían llevarla a una victoria decisiva sobre Estados Unidos. Las capacidades de Beijing para impedir el acceso y la negación de áreas (A2/AD) disminuyen la efectividad de los métodos tradicionales del ejército estadounidense para proyectar poder cerca del territorio chino. Las bases aéreas estadounidenses en la región podrían estar en peligro, y la capacidad de los buques de guerra de superficie estadounidenses para aproximarse a objetivos chinos podría verse gravemente afectada.
Para enfrentar las capacidades avanzadas de A2/AD de China, el ejército estadounidense deberá apoyarse en el sigilo, la velocidad y el armamento de largo alcance. En este sentido, la flota de submarinos de propulsión nuclear de la Armada estadounidense se convierte en una plataforma esencial para la proyección de poder en la era A2/AD.
El submarino de clase Virginia es de particular importancia para que Estados Unidos logre su objetivo estratégico de frenar el dominio chino en el Indopacífico, pero el número de estas naves es insuficiente.
Los retrasos en la producción de los submarinos Virginia dificultan la capacidad de la Armada para disuadir de manera efectiva a los adversarios estadounidenses, muchos de los cuales han adoptado una política exterior más agresiva.

Se espera que los submarinos de clase Virginia reemplacen a los envejecidos submarinos de clase Los Ángeles, y que asuman algunas de las misiones de los submarinos de clase Ohio, como el despliegue y recuperación de los SEAL de la Marina en operaciones encubiertas.
No obstante, el Bloque IV de la clase Virginia enfrenta un retraso de tres años, y los barcos del Bloque V tienen un retraso de dos años, según la revista National Defense Magazine.
Esta situación no solo complica las operaciones encubiertas, sino que también debilita la capacidad de la Armada para disuadir o responder adecuadamente ante una posible agresión china. A pesar de la numerosa flota de portaaviones de la Armada, los sistemas A2/AD de China indican que los submarinos, y no los portaaviones, serán la principal arma de guerra para Estados Unidos.
Sin embargo, la cantidad de submarinos disponibles es insuficiente, y los astilleros estadounidenses no están en condiciones de satisfacer la demanda de nuevos submarinos en tiempos de paz, mucho menos ante una mayor demanda en caso de conflicto.

¿Qué sucedería si los submarinos estadounidenses fueran necesarios para una guerra contra China, pero otros enemigos de Estados Unidos, como Irán, Rusia o incluso Venezuela, causaran problemas en otras partes del mundo?
A pesar de la retórica sobre un conflicto inminente con China, sin una fuerza submarina sólida y confiable, Estados Unidos podría verse obligado a evitar esa confrontación, ya que no podría ganar sin estos cruciales sumergibles.
Actualmente, Estados Unidos carece de las capacidades necesarias para derrotar a China en una guerra. Como podría decir el expresidente: “¡TRISTE!”.