La Comunidad de Vida Cristiana en España ha terminado hace unos días su asamblea nacional en Málaga. Se trata de una comunidad de laicos y laicas que viven inmersos en el mundo y que sienten suyo el carisma ignaciano. La figura y legado de Ignacio de Loyola les ha marcado y viven desde él realidades tan cotidianas y del siglo como la política, el compromiso con los empobrecidos, con los migrantes, con la familia, los jóvenes, la ecología, la mujer o la acogida a las personas LGTB. En ellos basan su ser Iglesia y su compromiso personal.

Esta comunidad está repartida en comunidades locales en todo el mundo, en muchas diócesis más de una, que viven, sin embargo como una sola comunidad apostólica. La CVX como tal bebe de las Congregaciones Marianas pero existe ya como federación de comunidades de vida cristiana desde 1967.

En esta asamblea nacional, que se celebra cada cinco años, han querido ponerse en escucha del Espíritu, en búsqueda, y desde la clave del agradecimiento, todo ello muy de san Ignacio. Málaga, que no acogía una asamblea nacional desde 1995, ha sido el lugar donde se han reunido casi 120 personas bajo el lema «Yo os envío». De ella ha salido un nuevo Consejo para coordinar la comunidad y unas directrices para seguir buscando y encontrando a Dios en todas las cosas.

Desde sus inicios, en España, estos laicos y laicas han venido desarrollando actividades apostólicas en sus entornos inmediatos en respuesta a lo que considera llamadas del Señor: entre ellos, el difundir los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, una riqueza para la Iglesia y el mundo.

Esta asamblea que acaban de vivir les ha vuelto a enviar a la misión: la de Amar y Servir en el mundo como Ignacio de Loyola les transmitió.



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