El jueves por la noche, el expresidente y actual candidato presidencial republicano Donald Trump afirmó que los rehenes retenidos por Hamás en Gaza “están prácticamente muertos”.

Sin proporcionar pruebas, Trump sugirió que la negociación con Hamás es complicada porque, según él, muchos de los rehenes ya habrían muerto, señalando: “Muchas de las personas que ellos creen que están vivas no van a estar vivas. Son personas muy salvajes”.

Durante un evento titulado “Lucha contra el antisemitismo” en Bedminster, Nueva Jersey, Trump también lanzó duras críticas contra la vicepresidenta Kamala Harris. La acusó de estar considerando un embargo de armas a Israel, lo que calificó como inaceptable para alguien que aspira a convertirse en comandante en jefe del ejército estadounidense.

Afirmó que, si Harris llegara a ese puesto, los enemigos aprovecharían la oportunidad para atacar a Israel. En contraste, aseguró que bajo su liderazgo, Israel contaría con “protección total”.

Trump continuó su intervención con una firme promesa de apoyar a Israel en su conflicto con el terrorismo, subrayando que su objetivo sería asegurar una victoria rápida para el Estado israelí.

Según él, Israel debe tener el derecho a ganar su guerra y prometió proporcionar todo el apoyo necesario para lograrlo rápidamente. Además, expresó su intención de restaurar la estabilidad y la paz en el Medio Oriente, resaltando que su enfoque sería “una paz a través de la fuerza”.

En cuanto al antisemitismo, Trump advirtió que la situación actual en Estados Unidos es alarmante, comparándola con el clima previo al Holocausto. Señaló incidentes de vandalismo en negocios judíos y el aumento de cánticos antisemitas como “muerte a Israel” y “muerte a Estados Unidos”.

Además, criticó a Harris por no confrontar a los extremistas antisemitas dentro de su partido y por buscar su apoyo. Mencionó que Harris incluso defendió a la congresista Ilhan Omar y que respondió positivamente a una estudiante universitaria que acusó a Israel de genocidio étnico.

Trump también dirigió críticas hacia Tim Walz, compañero de fórmula de Harris, acusándolo de elogiar a un imán musulmán radical que apoya a Hitler. Advirtió que si Harris y Walz son elegidos, los radicales izquierdistas y los simpatizantes de Hamás no solo causarían caos en las calles estadounidenses, sino que también influirían en la política exterior de la Casa Blanca, poniendo en peligro a Israel.

El expresidente concluyó con la promesa de que, si vuelve a la Oficina Oval, deportará rápidamente a los simpatizantes extranjeros de la yihad y eliminará la influencia de los partidarios de Hamás en Estados Unidos.

Subrayó que aquellos que odian a Estados Unidos o buscan destruir a Israel no serán bienvenidos en el país, y que el gobierno no subvencionará a simpatizantes del terrorismo en suelo estadounidense. Asimismo, advirtió que las universidades que promuevan propaganda antisemita perderán su acreditación y todos sus fondos federales.

Trump reiteró su compromiso de proteger a Israel y a la comunidad judía en Estados Unidos, asegurando que pondrá a América en primer lugar, mantendrá al país seguro y defenderá la civilización judeocristiana de aquellos que buscan destruirla, tanto los bárbaros salvajes como los extremistas de izquierda.

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