«Estamos enamorados». Amalia González, objeto de deseo de los argentinos durante los años ochenta y noventa del siglo pasado, confirmó su relación con el presidente Javier Milei. «Somos novios», dijo la exvedete, de 64 años, y lo atribuyó a una «señal de dios». Justo ella, que le decían que siempre estaba divina cuando aparecía en las pantallas del canal 9. La dictadura combinaba el garrote y la desaparición de opositores con pizcas de erotismo mediático mientras Milei se acercaba a la adolescencia, y quizá desde esos años atesoraba algún recuerdo o fantasía. «Yuyito», como le decían a Amalia González cuando en los ochenta representaba a una jardinera que insinuaba sus curbas y demás bondades, fue uno de los íconos de aquellos años. Parte de un país despreocupado suspiraba cuando hacía su aparición en el programa La peluquería de Don Mateo. El aura de González supo captar la atención de Guillermo Coppola, el hombre que manejaba los negocios de Diego Maradona, con quien tuvo una hija.

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