Por las carreteras en las que entrenaba el gran Joaquim Agostinho pasará este sábado la contrarreloj que sirve de estreno a la Vuelta, algo enorme para el ciclismo portugués y para unos aficionados locales algo apagados y refugiados en sus casas por el agobiante calor que castiga a Lisboa invadida por los turistas. En el centro de la ciudad, entre raíles de viejos tranvías, parece que no viva nadie que hable portugués.
Por los raíles de los tranvías ha sido necesario llevar a la Vuelta lejos del centro de la ciudad rompiendo el encanto y la comunión entre los ciudadanos y los deportistas. Los abuelos que se atreven a rodar por las magníficas carreteras portuguesas son los que recuerdan las hazañas de Agostinho, tan grande sobre la bici como lo fue Eusebio chutando un balón.
Joâo Almeida, el mejor portugués actual
Joâo Almeida, la figura local, cuarto en el último Tour, necesitará sumar muchas victorias para entrar en la leyenda de un corredor que empezó siendo rival de Eddy Merckx, que corrió en el Bic de Luis Ocaña, que se enfrentó a Bernard Hinault y que acabó muriendo sobre la bici. Un perro se le cruzó a 300 metros de la llegada de la quinta etapa de la Vuelta al Algarve. Fue el 30 de abril de 1984. Se preparaba para correr el Tour por 14ª vez. Tenía 41 años. Era hijo de campesinos nacido en Torres Vedras, a una treintena de kilómetros de Lisboa.
Era corpulento, no muy alto, dos años estuvo en el frente de Mozambique cuando Portugal quería conservar sus colonias. Diez días en coma, clínicamente muerto, se pasó en el hospital. En 1984 no había helicópteros para trasladar a los heridos graves por accidentes y tuvieron que llevarlo a Faro en ambulancia a través de 300 kilómetros que cerraron su vida.
Era el ídolo al que apenas recuerdan los niños, el héroe de la Vuelta a Portugal, que se corre en agosto, y a la que se denomina ‘La Grandíssima’. Lo lloraron como al ciclista del pueblo que acabó ocho veces entre los diez primeros del Tour.
Van Aert será el último en salir
Sin la figura de Agostinho difícilmente habría llegado la Vuelta a este país, ni se prepararía la primera contrarreloj, de 12 kilómetros, desde la Torre de Bélem hasta las playas de Oeiras, cuando el Tajo ya ha escrito aquello de nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar; todos temerosos del viento, sobre todo a última hora de la tarde. Wout van Aert será el último en partir para cerrar a las 20.30 (una hora menos en Lisboa) el estreno de la Vuelta, sin temor a que la oscuridad siembre el caos tal como sucedió el año pasado en Barcelona.
En el Portugal de finales de los 60, camino del 25 de abril y los claveles en los fusiles, Agostinho lo ganaba todo; por supuesto, las contrarrelojes, un triunfo al que aspira hoy Almeida, que corre en el UAE sin Ayuso (Juan), que al final causó baja en el equipo, aunque de hecho nunca tuvo a la Vuelta en sus oraciones. Quiso el corredor alicantino nacido en Barcelona apuntarse a la carrera, pero ya había ocho seleccionados en su equipo. ¿A quién quitar? Fue el dilema que cerró su participación en la ronda española.
Carlos Rodríguez y Enric Mas
Más fácil lo ha tenido, en cambio, Carlos Rodríguez. Enfermó en la última semana del Tour, cuando varios miembros del pelotón tenían síntomas de covid y las mascarillas se desenterraron en la ronda francesa. Y fue allí, en Francia, cuando el ciclista andaluz comunicó al Ineos que no estaba contento con su papel en la ronda francesa y quería “quitarse la espinita” en la Vuelta. El conjunto británico, a diferencia del UAE, no tenía cerrada la alineación. “No sé cómo estoy porque es la primera vez que encadeno dos grandes vueltas, pero soy ambicioso y vengo a luchar por la victoria”.
Ansias exterioriza también Enric Mas que recobra en la Vuelta la agudeza que le falta en el Tour. Es el líder del Movistar, con Nairo Quintana como lugarteniente, el corredor colombiano que se llevó la ronda española en un lejano 2016. “He trabajado -dice Mas- desde el Tour para ganar la Vuelta y me veo capacitado para pelear por la camiseta roja”, la que distingue al primer clasificado de una ronda española donde Agostinho acabó segundo en 1974.