El fichaje de Kylian Mbappé por el Real Madrid es la historia más potente y mejor contada del fútbol reciente. Un futbolista superlativo que rechaza primero cumplir el sueño de jugar en el equipo que sigue de pequeño. Hasta que termina por liberarse del ‘yugo’ del PSG. Por el camino, cientos de millones ganados, pero sin un gran título colectivo como la Champions. Cuando por fin aterriza en Madrid bate récords en su presentación, con más de 80.000 personas. Siguiente capítulo de la serie: mete un gol en su estreno, donde gana el primer título con el club blanco, al que ha convertido en la gran franquicia futbolística.
Solo una figura como la del francés es capaz de convertir actualmente un torneo europeo, por anecdótico que sea, en un trofeo para su gloria y beneficio. Todo en Varsovia giró alrededor de Mbappé, empezando por las camisetas. La mitad de las que se vieron en el Estadio Nacional de Varsovia llevaban su nombre. Un campo que, salvo el sector de los ‘tifosi’ del Atlanta (6.000 desplazados), empujó para el desenlace por el que habían pagado: ver el primer gol de Mbappé.
Más de 7.000 camisetas de Mbappé al día
Llegó en el minuto 68, después de una magnífica asistencia de Bellingham, la estrella del curso pasado -con permiso de Vinicius-. La influencia del inglés en el juego del Real Madrid fue decisiva, pero su impacto mediático, pese a ser mejor que el de la mayoría, no llega ni a una cuarta parte del que origina el francés. Fuera de la jaula dorada del PSG, Mbappé vende cada día más de 7.000 camisetas con su nombre en los canales oficiales del club. A esto hay que sumarle todo el mercado paralelo de productos falsificados que se creó antes de su llegada, para asegurar un ‘stock’ que ni legales ni ilegales son capaces de abastecer.
Solo el día de su presentación, el 11 de julio, Mbappé vendió equipaciones con el ‘9’ por valor de un millón de euros. Prendas que cuestan entre 120 y 185 euros, fruto de la inflación que vive el fútbol. Sin embargo, el fenómeno desatado por el francés ha roto cualquier lógica. Por ponerlo en contexto, en un solo día la nueva estrella del Real Madrid vendió un 450% de lo que Jude Bellingham en todo el verano. La entidad blanca tuvo que extender el horario de su tienda y la web llegó a colapsarse tras soportar el 75% de las peticiones de ese día.
No hay ningún otro jugador actual al que pueda compararse. El que más se aproxima a sus cifras es Vinicius. Y ni aun así. Tal es el impacto de Mbappé que ha pulverizado los registros del que fue su ídolo: Cristiano Ronaldo. Es cierto que llegaron en contextos diferentes. El portugués fue el motivo para recuperar la ilusión perdida y el galo ha sido el argumento para que la felicidad desborde. El luso vendía en su llegada 3.300 camisetas al día, una cifra que fue creciendo con el paso de los títulos y el reconocimiento de su figura en la historia del club. A Mbappé no le ha hecho falta ni ganar un título para ser el rey Midas.
A por el millón de Beckham en seis meses
El delantero ha batido las propias expectativas que generó con su llegada. En la presentación de las alineaciones del Real Madrid – Atalanta, cuando sonó su nombre por la megafonía el Estadio Nacional de Varsovia se sumió en un aplauso atronador. Al primer caño, en una primera temporada en la que buscó pero no encontró su sitio, se desató la locura. El gol fue el éxtasis. Primera celebración con los brazos cruzados, un gesto que, como él confesó, «lo inventó mi hermano Ethan cuando jugaba con él al FIFA en la PlayStation». Tan casual como genuino, hasta el punto de que lo patentó en febrero de este año, sabiendo lo que se venía.
La Oficina de la Propiedad Intelectual de la UE recibió una petición para registrar la marca de su apellido y de su celebración para operar comercialmente en un variado abanico de sectores. La Euroagencia ya había protegido en el pasado siete marcas del jugador del Real Madrid, principalmente incluyendo su nombre y apellidos en distintas disposiciones, así como sus iniciales. Mbappé también ha protegido dos de sus frases más conocidas: el »Moi tu me parles pas d’âge» («No me hables de la edad») y «Le football il a changé» («El fútbol ha cambiado»), así como un dibujo en el que aparece el logotipo de una de las actividades solidarias que lidera, el «We care for all».
Para encontrar un ejemplo similar, ya no solo en el Real Madrid, también en el fútbol, hay que retrotraerse a David Beckham. Una figura independiente y pionera en un fútbol que, pese a estar en fase de comercialización masiva, no alcanzaba las cuotas de mercantilismo actuales. Beckham fue presentado el 2 julio de 2003 y en un semestre logró vender un millón de camisetas con el ’23’ a la espalda. El resto de sus compañeros, entre los que se encontraban Cristiano Ronaldo, Zinedine Zidane, Roberto Carlos, Raúl o Casillas solo lograron comercializar 700.000.
Mbappé Bonaparte y el riesgo de Waterloo
Esa es la marca a batir por Mbappé, que lidera a los nuevos ‘Galácticos’. Por ahora, nadie les ha dado un nombre colectivo que en el caso de aquella generación, como con la dicotomía de Zinedines y Pavones, jugó en su contra. De ello aprendió Florentino Pérez, quien renunció a la presidencia del Real Madrid en 2006 tras admitir su error: «El exceso de triunfos y quizás una mala asimilación de mis mensajes provoca que haya jugadores confundidos, a los que no he sabido más que maleducarles. Hemos hecho una plantilla de grandes futbolistas de las que soy el único responsable. Soy el único culpable».
El máximo mandatario regresó en 2009 y 15 años después tiene ante sí la mejor de sus obras. Ha conseguido reunir un grupo de jugadores inalcanzable en talento y ha culminado el Bernabéu. Para que todo funcione tiene al mejor entrenador posible en estas circunstancias: Carlo Ancelotti. La llegada de Mbappé ha redondeado la obra.
«Para Hegel y para Nietzsche, Napoleón Bonaparte fue el gran hombre de la historia. Mbappé es lo mismo en el fútbol. Un jugador con una ambición única, como la de Napoleón. El emperador del imperio más importante»; reflexionaba el filósofo francés Robert Redeker cuando todavía estaba en el PSG. Una idea refutada por el ingenio del galo para convertir a la Supercopa de Europa, un torneo de verano, en una cita para el recuerdo. Ahora bien, Napoleón sufrió el descalabro de Waterloo Mbappé sabe bien que el Real Madrid, obligado a ganarlo todo, no permite derrotas similares, por mucho marketing que las compense.