Los turistas paseaban ayer por el Port de Sóller como en un día cualquiera del mes de agosto, ajenos a los problemas que se produjeron solo un día antes con el fuerte aguacero que anegó dos viviendas y diversos establecimientos turísticos. Los efectos de la dana ya solo eran visibles en las viviendas afectadas, donde sus moradores trabajaban para quitar el barro e intentar recuperar los enseres que quedaron bajo un metro y medio de agua.

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