En sus últimas imágenes se le ve contento, bailando con una mujer, cerca de otras parejas de su edad, en el salón del hotel Helios, en la localidad granadina de Almuñécar. Era su pasatiempo favorito desde que enviudó, hace doce años. A sus 87 años, Francisco Pérez Bedmar, un carpintero jubilado y que fue concejal de Urbanismo en Maracena, su pueblo, gozaba de buena salud y acudía a bailar cada sábado con sus amigos al mismo hotel. Allí tenía previsto reunirse con una amiga el sábado 23 de marzo, pero un día antes, sin que nada hiciera presagiarlo, desapareció.
Sin teléfono, sin dinero
Paco se esfumó ante decenas de personas, en un paseo marítimo lleno de gente que, como él, caminaban aquella tarde cerca de la playa disfrutando del Viernes Santo. Él salió solo de casa, sin teléfono móvil, dinero ni su documentación, como hacía cada día para dar su paseo de las ocho. Desde que se retiró a vivir a Almuñécar, Paco siempre hacía el mismo trayecto, de unos cuatro kilómetros, que empezaban en la puerta de su casa, en el edificio Seximar, hasta el final del Paseo de Cotobro. Luego, daba la vuelta y regresaba por el mismo camino.
La tarde del 22 de marzo, el hombre completó el paseo de ida, pero no volvió. La Guardia Civil lo buscó por tierra, mar y aire, pero no hallaron ni una sola pista de su paradero. Su familia lleva cinco meses escrutando un recorrido de apenas 200 metros. Los dos hijos del jubilado buscan pistas con el convencimiento de que «alguien tuvo que hacerle algo» a Paco en ese lapso de espacio y tiempo y, lo más importante, que «algún vecino o turista tuvo que presenciarlo».
«Una cámara de seguridad del hotel On Aleta Room lo captó a las ocho y media, a apenas 200 metros del punto exacto donde siempre se daba la vuelta para volver a casa. A esa hora, como se ve en las imágenes, el paseo estaba transitado. Mi padre se cruzó con varias personas que caminan tanto en su misma dirección como en dirección contraria. Además, varios huéspedes del hotel, que inauguraba temporada ese día, estaban en la terraza del bar que da justo al tramo del paseo en el que se le pierde el rastro. Es imposible que nadie viera nada», lamenta Francisco, el menor de los dos hijos de Paco, en declaraciones al canal de investigación y sucesos de este grupo editorial.
No fue voluntaria
Francisco y su hermano Sergio critican que en la búsqueda de su padre se han invertido pocos recursos, porque, dicen, la Guardia Civil trabajó desde al principio con la hipótesis de que la desaparición de Paco era accidental o voluntaria. «A pesar de que no había ni un solo indicio en esa dirección, se empeñaron en que mi padre podía haber sufrido un infarto o algo similar que le hubiera hecho caer al mar. Nosotros insistimos siempre en que eso era imposible, que nuestro padre es una persona llena de vitalidad. Además, si eso fuera cierto, lo normal es que se hubiera precipitado en el paseo, no en el agua, ya que mi padre no se adentraba en la playa durante sus paseos de la tarde», explica Francisco.
Tras varias semanas de batidas sin éxito, el tiempo acabó dando la razón a la familia de Paco y haciendo que la investigación derivara hacia otras posibilidades, pero para entonces ya se habían perdido algunas pruebas que, según la familia del desaparecido, hubieran resultado relevantes para averiguar qué le pasó.
«De las cuatro calles que dan acceso a la zona donde desapareció, los investigadores solo recabaron las imágenes de las cámaras de seguridad de una de ellas, imágenes que después de tantos meses son irrecuperables, se han borrado. No entendemos por qué no se pidieron las grabaciones de otras cámaras del Paseo de San Cristóbal, sobre todo cuando la última pista que tenemos de mi padre es caminando en ese punto», añade el hijo menor de Paco.
Un mendigo y un irlandés
Mientras continúa la investigación, Sergio y Francisco han indagado por su cuenta en el entorno de su padre y en los alrededores de donde se le vio por última vez y han elaborado un informe en el que trasladan sus averiguaciones a los investigadores.
«Hablamos con un hombre irlandés que residía en una autocaravana justo en el punto clave del caso y que pudo ver o escuchar algo. Nos dijo que la Guardia Civil no le había tomado declaración. Ese mismo hombre nos señaló la existencia de un mendigo que pernoctaba en la escalera de un chalet en reformas ubicado a solo unos metros de donde se supone que mi padre debía emprender la vuelta a casa y al que tampoco se ha identificado. Cuando informamos de esto a los agentes, tanto el irlandés como el mendigo se habían marchado ya de la zona, por lo que perdimos a dos potenciales testigos de los que le ocurrió a mi padre», detallan los hijos de Paco.
Lo único que tiene claro la familia del jubilado es que, antes de desaparecer, solo hubo un acontecimiento que rompió la vida tranquila y rutinaria del hombre. «La única novedad, el único cambio en la vida de nuestro padre es que había roto una relación sentimental de dos años y medio con una mujer veinte años más joven que él. Nosotros sabíamos que salía con ella, pero no la conocíamos. Ahora sabemos que un mes antes mi padre y ella tuvieron una fuerte discusión y él cortó con ella por teléfono, al parecer, porque ella estaba manteniendo una relación paralela con otro hombre o eso pensaba mi padre«, asegura Francisco.
El hijo de Paco añade que «pensamos que la ruptura con esta señora no estaba aclarada. Unos días antes de perder la pista a mi padre, ambos acudieron al baile, pero mi padre entró por otra puerta distinta a la habitual porque no quería encontrársela. Una vez dentro, ella estuvo bailando con otro señor y mi padre con otra mujer».
Discusión y muerte accidental
La familia de Paco ha pedido al juez que la Guardia Civil tome declaración a ese otro hombre que habría provocado la ruptura sentimental, ya que, en su opinión, «no se puede descartar que esta persona quisiera hablar con mi padre para aclarar la situación y que esto ocasionara una discusión que pudo desencadenar el fallecimiento accidental de mi padre, que había tenido algún achaque cardiaco por problemas de tensión», detallan los hijos del desaparecido en su escrito al juez.
«Alguien hizo desaparecer a nuestro padre. Nosotros no apuntamos a nadie, solo mostramos nuestro estupor y malestar por la cantidad de gestiones que no se han practicado para resolver el caso, porque se aferraron a una hipótesis incorrecta. Han pasado cinco meses y los únicos avances que ha habido en la investigación son los que, con ayuda de voluntarios y asociaciones, hemos logrado ponerle en la mesa a la Guardia Civil. Entendemos que es por falta de medios, por eso pedimos que intervenga la UCO o alguna unidad especializada que pueda aportar más recursos», se queja Francisco, que agradece la ayuda que su familia está recibiendo por parte de plataformas como Guardias Civiles Solidarios, Adonay y también desde la asociación SOS Desaparecidos y el abogado de esta última, Juan Manuel Medina.
Sus familiares, sus amigos del hotel Helios y sus vecinos de Maracena, donde todavía recuerdan lo mucho que hizo por el pueblo cuando fue concejal de Urbanismo hace veinte años, lo buscan sin descanso. El pasado 20 de julio, Paco habría cumplido 88 años, pero esta vez su familia no pudo celebrarlo. Sus cinco nietos aun esperan volver a bailar con él.