Bajo un fuerte sol y un cielo muy azul, el apocalíptico escenario que presentaba el miércoles por la mañana la costa de Formentera ya no lo parecía tanto. Todavía quedaban muchos barcos varados en la arena o en las peñas de sa Sequi y ses Illetes pero, ahora que todas las personas estaban a salvo, el ambiente no era tan tenso.
El temporal dejó grandes pérdidas materiales difíciles de cuantificar, pero al menos no se malogró ninguna vida, cosa que, en medio del fragor de la tormenta, parecía improbable. Ahora es el momento de tramitar con aseguradoras y empresas especializadas el rescate de las embarcaciones, de recoger las pertenencias aún en su interior y, quizás, de volver a casa dejando en Formentera el barco con el que se planeaba pasar unas vacaciones de ensueño.
En s’Estany des Peix, donde al menos diez embarcaciones se vieron afectadas por el temporal, ayer se podía ver un llaüt todavía encallado en la orilla y una pequeña lancha semisumergida. También en este lugar, tradicional refugio de embarcaciones, tuvieron que colocar una estructura flotante temporal para salvar el espacio entre la pasarela y los pantalanes. La pasarela se había desencajado y desplazado más de un metro por las fuertes ráfagas de viento, impidiendo el paso a los barcos allí amarrados.
Los establecimientos cuyas terrazas habían saltado por los aires empezaban a recuperar la normalidad y una multitud de curiosos, turistas pero también muchos lugareños, dedicaron el día de ayer a pasear por la zona que va desde la Cofradía de Pescadores hasta bien entrado el Parque Natural de ses Salines, que el miércoles quedó salpicado de embarcaciones varadas.
Una de estas naves, el espectacular velero de 30 metros llamado ‘Wally Love’, atrajo el mayor número de observadores, ya que dos empresas con sede en Ibiza estaban realizando vistosas labores de reflotamiento. Desde Servisub y Eivisub explicaron que los trabajos habían comenzado la misma noche del miércoles, pero no fue hasta pasadas las tres del mediodía del jueves cuando la embarcación pudo ser liberada del fondo terroso en el que había quedado encallada.
Hicieron falta numerosas horas de trabajo sin descanso, además de un remolcador y tres barcas neumáticas, para conseguirlo.
Bajo la atenta mirada de los curiosos, el impresionante velero de fibra de carbono y valorado en cerca de cuatro millones de euros escapaba centímetro a centímetro de las garras del fondo arenoso que había atrapado su quilla de cinco metros de longitud.
El barco, que llevaba en el momento del siniestro un pasaje formado por seis personas, de nacionalidad italiana, y cuatro miembros de la tripulación, se encontraba a última hora de la tarde de ayer rumbo a Sant Antoni, donde iba a quedar amarrado
En las playas de esta vertiente de la isla han quedado esparcidos restos de las embarcaciones, del equipaje de los marineros y de las raciones de emergencia que llevaban las balsas en las que algunos tuvieron que llegar a tierra. Por todas partes se veían cojines, remos, bolsas de agua potable, botiquines, ropa mojada…
Y en tierra firme, más suciedad, cientos de señales y carteles de todo tipo arrancados, árboles derrumbados y vallados tirados por el suelo recordaban que lo que se vivió el miércoles no fue un evento normal pero que acabó de la forma más positiva posible.