Muchos consumidores aprovechan los días de verano y sus vacaciones para hacer reformas en casa y así darle un ‘lavado de cara’, pero para evitar sorpresas lo mejor es no pagar toda la obra por adelantado, pedir dos o tres presupuestos cerrados y acordar el precio con impuestos incluidos.
Las organizaciones de consumidores y los expertos del sector de la reforma y la reparación advierten a EFE de la posibilidad de que todo termine en una ‘chapuza’ si se improvisa y no se contrata a una empresa con profesionales acreditados para por ejemplo cambiar la bañera por una ducha, ganar espacio en la cocina, redistribuir el espacio o renovar la tarima o los marcos de las puertas y ventanas.
Una buena planificación para evitar una ‘chapuza’
Pero, ¿por dónde empezar para no perder tiempo y dinero?: El portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Enrique García, aconseja realizar una adecuada planificación de la obra y definir lo mejor posible el trabajo a realizar. «No se puede fracasar en unas obras por las prisas. Hay que definir que queremos, no improvisar», sostiene.
No vale eso de decir, avanzada la obra, «pues ya que estamos podemos hacer también….», insisten desde la OCU, que recomiendan, antes de tomar una decisión, pedir al menos dos o tres presupuestos completos, cerrados (sin imprevistos), para poder comparar.
No hay que decidirse necesariamente por el más barato. Hay que analizarlo todo y tener referencias de quién la va a realizar y, en obras de cierta envergadura, conviene firmar un contrato entre ambas partes que sirva de prueba ante futuros problemas.
Tiene que ser lo más detallado posible: debe figurar la dirección y el NIF de la empresa, la descripción de los trabajos y los materiales y calidades que se van a utilizar, el precio con impuestos incluidos, y una de las cuestiones más importantes, el plazo de ejecución, es decir comienzo y fin de la obra.
Superada la fecha de finalización, el profesional deberá pagar una penalizacion: por ejemplo 60 euros por día de retraso.
Y si surgiera algún imprevisto durante la obra, la empresa deberá indicar por escrito cuánto se incrementa la reforma, un documento que tendrá que ser autorizado y también firmado por el consumidor.
¡Cuidado! No pagar todo por adelantado
Otro dato importante a tener en cuenta: si la empresa o el profesional piden un adelanto, OCU recomienda que no supere entre el 30 y 40 % del total, y ya a medida que se vayan avanzando los trabajos se irán aportando más cantidades hasta completar todo el importe. Eso será cuando se concluyan incluso los pequeños detalles.
En la factura debe figurar el IVA, que debe ser del 10 %, y no del 21 %, si el cliente es un particular o una comunidad de propietarios; si la obra es para una vivienda que se utilice para uso particular; si el inmueble lleva más de dos años construido o rehabilitado o si la persona que realice las obras no aporta materiales para su ejecución, o en el caso de que sí no exceda del 40 % de la base imponible de la operación.
Cómo reclamar ante una obra mal hecha
Si la duración de la obra, su importe o la calidad de los materiales no se ajusta a lo presupuestado, que es lo que genera la mayoría de las quejas, se puede reclamar, pero lo mejor es intentar llegar a un acuerdo amistoso para subsanar esos problemas.
En ello coinciden los expertos de la plataforma del sector de la reforma y reparación habitissimo.es, que también emplazan, si no hay respuesta a esa petición, a dirigirse a un abogado especializado en Derecho Civil para asesorarse y estudiar las distintas opciones para denunciar la situación.
También pueden dirigirse al sistema de arbitraje en la Oficina de Consumo de su zona que son eficaces para resolver conflictos. Todo será más fácil si existe un contrato.
Todo más complicado sin contrato, ni factura
Si no habido contrato de por medio, se hace muy difícil llevar a buen puerto cualquier intento de reclamación. En ese caso hay que ser aún más meticuloso a la hora de aportar correos, wasap o pruebas escritas donde se hayan comprometido ambas partes a un presupuesto con unos rendimientos por día, plazos y unas calidades.
Si no hay presupuesto, ni contrato para evitar pagar impuestos y el albañil o fontanero no está dado en la seguridad social, hay que ser consciente de que ambas partes habrán cometido una ilegilidad, con lo que si se denuncia sufrirían ambas partes las consecuencias del error.
Por eso, cuando uno se plantea una obra, según los técnicos, no merece la pena el ahorro teórico de los impuestos respecto a la pérdida de derechos que supone en la practica, porque la probabilidad de que tenga problemas es más grande.