Agustín Martegani hizo una pausa clave, para luego enganchar y encontrar el escenario ideal para la construcción. Después, Kevin Zenón no dudó y dibujó una asistencia dulce. Y en el cierre de la jugada, como finalizador excelso que es, Edinson Cavani surgió con una diagonal y con un toque sutil y cruzado ante la salida del portero. Fue el gol que le sirvió a Boca para vencer 1-0 a Cruzeiro, en la ida de octavos de final de la Copa Sudamericana. Fue la situación que resumió lo mejor de los xeneizes en una noche de alegría en la Bombonera.
El momento de Cavani resulta excepcional, impactante. En sus 25 partidos de este 2024 ya acumula 17 festejos. Al revés de aquella mala racha del año pasado en la que se encontraba distanciado con el gol, el uruguayo disfruta una actualidad a pura eficacia. Gritó en la primera ocasión que se le presentó. Y al rato, el palo le negó el segundo.
Cavani se transformó en el destacado de Boca. Sin embargo, hubo otros intérpretes que lo acompañaron. Después de un primer tiempo sin claridad ofensiva y con ínfimas chances de gol, Diego Martínez resolvió en el descanso enviar al campo a Martegani (por Jabes Saralegui) y el ex San Lorenzo supo hacerse importante manejando la pelota, aplicando pausas y encontrando espacios. De ese modo, alivió la tarea de Zenón.
Boca dejó una buena imagen en la segunda mitad. Y Cruzeiro casi no lo inquietó. Por eso el resultado pareció apretado. “Merecimos un segundo gol”, dijo Martegani. “Podríamos haber logrado algo más en el segundo tiempo. Tenemos que pulir todo lo bueno que hicimos”, remarcó Cavani. Tenían razón los dos.
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Boca venía envuelto en cuestionamientos. Los atenuó con su buen segundo tiempo y con una victoria imprescindible. Ahora, el domingo, se cruzará en la Bombonera contra San Lorenzo en un clásico especial. Y el jueves, la revancha en Belo Horizonte contra Cruzeiro. Ya sabe cuál es el camino.