Hoy, 15 de agosto, finalizan las fiestas en Elx. La participación ciudadana en ellas ha sido multitudinaria. Había ganas de fiesta. Siempre la ha habido y, especialmente, parece que desde la ya lejana covid, esas ganas se han multiplicado. Lo que aquello supuso, en cuanto a problemas para tanta gente, ha reforzado las ganas de vivir, y poder pasarlo lo mejor posible para gran parte de la sociedad.
Y se ha hecho bien, sin grandes problemas, como viene siendo habitual. Elx ha vuelto a dar ejemplo de saber disfrutar de sus fiestas. Queda, entre los retos por mejorar, el de apostar por una mayor descentralización. La tradicional apuesta por el centro de la ciudad no debe hacerse a costa de algunos barrios y pedanías, como así se ha manifestado en algunos casos. Elx ha crecido mucho y, siendo el centro muy importante, otras partes del municipio también merecen más participación, e inversión, en las actividades relacionadas con las fiestas.
Y, a partir de mañana, se inicia ese período en el que, tradicionalmente, Elx se vaciaba, gran parte del comercio no abre, la actividad se reducía, el Ayuntamiento parecía un edificio vacío, etc. Lo de que la ciudad se vacía ya es casi historia. Ni antes del día 15 y ni siquiera lo hace tanto después del 15. Buena parte de la población permanece en ella. Motivos diversos, probablemente de índole económica, pero también de índole social o cultural tienen mucho que ver con ello. La falta de aparcamiento, en pleno agosto, ha sido casi la habitual de cualquier mes del año. La actividad ciudadana, especialmente en barrios y pedanías, ha mantenido gran parte de su actividad normal (y eso, con los calores que se soportan, tiene mucho mérito). Este cambio en la actitud tradicional, para estas fechas, ha venido para quedarse y el Ayuntamiento debe ser consciente de ello.
Y septiembre ahí está. El reinicio del curso político está a poco más de quince días. Cuestiones pendientes e importantes abundan. Los cambios de farolas, que llevaban «cuatro días», para poner otras que gustan más a alguien; la colocación de flores en jardineras (algunas muy acertadas, como en el puente de Altamira que, esperemos, se cuiden y no se sequen); la sustitución de palmeras por ejemplares de plátanos, de un futuro polémico, en algunas zonas; el creciente impulso a la presencia en el espacio público de las creencias religiosas de PP-Vox, respetables a nivel personal, pero que no deben imponerse en la gestión pública, etc., son temas que no pueden obviar que gran parte de asuntos pendientes, y no sólo de esta Corporación, sino también de la anterior, se encuentran en fase de «prometidos», y alguno en la de «tramitación» que, siendo más prometedora, puede durar años.
El actual equipo de gobierno lleva 14 meses en el Ayuntamiento. No es mucho, pero tampoco acaban de llegar. En campaña prometieron muchas cosas. Algunas de ellas en compañía de Carlos Mazón. Probablemente muchas de ellas estarán «perdidas» por ahí. La de las Clarisas es todo un ejemplo. Lo único claro ahora es que allí no se hará el Museo que se prometió y que aquí, y es lo grave, se le perdona tal olvido. En realidad aquello debió ser una especie de «ximoanuncio», pero hecho por Mazón. Con la promesa pendiente, de Puig, sobre Correos hay empate entre ellos. Y ya veremos en qué acaba lo del TRAM, que tiene toda la pinta de ser algo «travestido» en forma de unos autobuses que ya fueron prometidos por los otros. Ya se sabe que la capacidad de invención, en Elx, es antológica, aunque ahora queda mejor decir innovadora. Pasar de un tranvía a un autobús tiene mérito. Un viaje en TRAM muy corto, por tanto.
Lo del Mercado Central y la recuperación de la zona verde que ocupa el Mercado Provisional también necesita de un mayor impulso. Es una actuación que, para bien, o para mal, puede marcar una legislatura, por no citar otras cuestiones.n