«Estoy seguro de que sus actividades al frente del Estado seguirán contribuyendo a su desarrollo progresivo en todas las direcciones», señaló Vladímir Putin después de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamara la victoria de Nicolás Maduro en los comicios del pasado 27 de julio. «China felicita a Venezuela por el éxito de las elecciones presidenciales», añadió el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Lin Jian. Ambos países, junto con otros como Irán, Cuba y Nicaragua, fueron de los pocos que respaldaron al régimen ante las denuncias de fraude. 

Las reacciones de las dos potencias no son ninguna sorpresa. Son efecto de décadas de relaciones de distinta índole y beneficios mutuos. Mientras gran parte de la comunidad internacional seguía el ejemplo de la oposición venezolana y criticaba un «robo» de parte de Maduro y su gobierno, China y Rusia tendieron su mano y así lo han mantenido haciendo hasta la fecha. 

Los motivos de esta unión son varios y se remontan bastante al pasado. Venezuela, desde que Hugo Chávez llegó al poder en 1999, que se volvió un aliado crucial para Rusia. Decenas de especialistas han concluido que la zona geográfica de América Latina es estratégica para cualquier nación enemistada con Estados Unidos. Sobre todo, entendiendo el rol de ‘arbitro’ que desea cumplir Putin en los conflictos a gran escala y, más aún, si a eso se le añade su debilidad tras la invasión a Ucrania. 

Sobre Beijing, el tema es similar. El Gobierno de China lleva años disputando con EEUU una ‘Guerra Comercial’ que ataca no sólo a sus economías, sino a la mayoría del planeta. A esa disputa económica se suma, también, una forma de concebir al mundo. Xi Jinping sabe, al mismo tiempo, que su homólogo venezolano patenta las mayores reservas de petróleo existentes y que su recelo hacia Estados Unidos es la misma. Así lo ha manifestado en muchas de sus declaraciones desde que arribó en el Palacio de Miraflores. 

Defensa y diplomacia acercan a Rusia

Las elecciones siempre son un buen pretexto para ratificar las confianzas. «Quisiera confirmar nuestra disposición a proseguir nuestro constructivo trabajo conjunto», dijo Putin en su felicitación a Maduro. Con el ‘Chavismo’ lleva cooperando desde 1999, una época en que el vínculo entre ambos países se limitaba sólo al plano militar. En 2006, siete años después del primer acercamiento, EEUU dejó de exportar armas a la nación sudamericana tras acusarle de no colaborar en el combate al terrorismo islamista. Es ahí donde entra Rusia, que aprovecha la oportunidad y cimienta su lealtad. 

Desde ese momento, la presencia armamentística rusa sólo ha subido en Venezuela. Sigue habiendo también, sin embargo, material del ‘otro lado’ que llegó en administraciones anteriores a las de Chávez. Entre las armas contabilizadas, destacan los tanques T-72B1, los transportes blindados de tropas BMP-3 y BTR.80a, los lanzacohetes BM-21 Grad y 9A52 Smerch, los helicópteros Mi-35M2 Hind y los cazabombarderos Su-30MKV.

También ha habido movimientos concretos en este respecto. En 2008, una flota de la marina de Rusia llegó a Venezuela e hizo ejercicios en el Caribe, a pocos kilómetros de territorio estadounidense. Un operativo así no se conocía desde la Guerra Fría y sin embargo se fue haciendo cada vez más familiar por la zona. A inicios de este mes, otra flota avanzó por el puerto venezolano de La Guaira tras pasar por Cuba. Se trató de la fragata Gorshkov. Muchos vieron el acto como un intento de intimidación. 


El expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, con el actual mandatario ruso, Vladímir Putin.

Archivo

A la colaboración militar le sucedieron los acuerdos diplomáticos. Chávez estuvo por vez primera en Moscú en 2001. El encuentro le fue tan agradable que siguió viajando periódicamente hacia la capital mientras duró su mandato. En 2019, como acto de amistad, Nicolás Maduro dio un paso más y trasladó la oficina europea de la empresa estatal petrolera, PDVSA, de Lisboa (Portugal) hasta la ciudad rusa. 

El Kremlin no sólo salió en defensa de Venezuela tras el 28J. Lo hizo también en febrero de 2019, cuando vetó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que calificaba a las elecciones de un año atrás como «injustas». Se necesitaba unanimidad para solicitar, además, que los comicios se repitieran de correcta manera. No se logró, en parte por Rusia, en parte por China.

La invasión a Ucrania: un punto álgido

Eran momentos difíciles para Putin y su gobierno. La reciente invasión a Ucrania le debilitó su imagen como presidente y fueron muchos los líderes que salieron a denunciar un «genocido» de su parte. Fue allí, por esos días sombríos, que el mandatario ruso salió a sellar amistades. Con Venezuela, ni siquiera dudó. En marzo de 2022, a pocos días del inicio de la guerra, Maduro señaló su «apoyo a las acciones decisivas de Rusia» y «condenó la actividad desestabilizadora de EEUU y la OTAN». 

Putin sabía que con su ofensiva iba a perder legitimidad y que serían pocos los que seguirían respaldándolo públicamente. Venezuela continúa en esa senda y eso hizo que el conflicto incluso se expandiera a Latinoamérica. En muchas ocasiones, altos funcionarios del Kremlin han advertido con desplegar a sus tropas a naciones aliadas como Cuba, Nicaragua y, por supuesto, Venezuela. La amenaza iba en respuesta de los anuncios de la Casa Blanca y del G7 de aumentar las ayudas a la defensa. 

Los avisos venían incluso desde Sergei Ryabkov, viceministro de Relaciones Exteriores del país euroasiático. También del embajador en Caracas, Serguéi Mélik-Bagdasárov, quien adelantó que «sin lugar a dudas» hallaría la manera de prestar recursos sean militares o técnicos si empeora el conflicto y aumenta la presión diplomática. En respuesta a cualquier colaboración, Rusia prometía actuar con la misma solidaridad. 

China, su mayor socio comercial en el mundo

Para Xi Jinping, Venezuela es un aliado estratégico indispensable. No sólo por su disputa común en contra de Washington, sino también por la interdependencia económica que se tienen. China es el socio comercial más importante del país sudamericano, según cifras del Observatorio de Complejidad Económicas en 2022. Lo es tanto en exportaciones (16.4%) como en importaciones (31.4%).

El jefe de Estado chino, Xi Jinping, camina al lado del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.


El jefe de Estado chino, Xi Jinping, camina al lado del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

Reuters

Mientras el régimen bolivariano le vende petróleo y derivados de otros minerales de riqueza natural, la dictadura comunista hace lo propio con productos manufacturados. Sólo en 2022 el gobierno de Maduro recibió una suma de US$ 703 millones por su envío de ‘oro negro’

Con los préstamos, la actividad es igual de intensa. Venezuela es el país que más ha recibido de parte de China en toda América Latina. La cifra, según dicen distintos estudios de prestigio, llega a US$ 59.200 millones distribuidos en menos de veinte préstamos. Las inversiones de empresas chinas, por su parte, alcanzan a US$ 4.570 millones, siendo prácticamente todas asociadas a la industria energética. 

Pese a la crisis de larga data que sufre la economía venezolana, que muchos piensan se acrecentará por su actual incertidumbre política, el régimen chino mantiene sus lazos y no se urge por lo que le es debido. Según la agencia Reuters, aún tendrían como deuda US$ 10.000 millones. China ha esperado pacientemente e incluso ha abierto negociaciones para dar paso a períodos de gracia.

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