El X-43A Hyper-X, un avión experimental impulsado por estatorreactor de la NASA, estableció en 2004 hitos históricos al alcanzar velocidades cercanas a Mach 10. Pese a sus logros, el programa fue abruptamente cancelado por el gobierno de Estados Unidos, desaprovechando así una valiosa oportunidad para avanzar en la tecnología hipersónica.
El estatorreactor de combustión supersónica, conocido como Scramjet, ofrece una alternativa más económica y menos contaminante en comparación con los cohetes tradicionales. Las aeronaves equipadas con este sistema pueden alcanzar velocidades extremadamente altas, ofreciendo una experiencia de vuelo más cercana a la de un avión convencional.
La NASA combinó esta tecnología con el avión experimental X-43A Hyper-X, que comenzó a desarrollarse en 1996 como un concepto en un túnel de viento. Aunque se consideró una apuesta arriesgada debido a que nunca antes se había construido ni probado en vuelo un avión con estatorreactor, la situación cambió en 2004.
Ese año, el X-43A despegó y rompió récords, convirtiéndose en el primer avión propulsado por un motor de aire en alcanzar velocidades hipersónicas. A lo largo de su vida operativa, el X-43A marcó un precedente significativo en la aviación.
El X-43A se construyó en tres versiones distintas, todas ellas no tripuladas y diseñadas para volar a diferentes velocidades hipersónicas. Estos vehículos de prueba, de carácter desechable, no podían ser reutilizados una vez lanzados. Los dos primeros prototipos alcanzaron Mach 7, mientras que el tercero fue diseñado para llegar a Mach 10, todos operando con hidrógeno gaseoso.
El primer X-43A fue lanzado desde un B-52B de la NASA y despegó desde debajo de su ala a una velocidad aproximada de 5,000 millas por hora. Luego de ser soltado a 40,000 pies, el X-43A ascendió a una altitud de 95,000 millas.
En su tercer y último vuelo de demostración, el X-43A alcanzó una altitud de 110,000 millas y aceleró a 7,000 millas por hora, casi Mach 10. El vehículo amerizó a 850 millas al oeste del sur de California, en un área de entrenamiento de la Marina de los EE. UU., y no fue recuperado.
A pesar del éxito indiscutible de estos vuelos, el gobierno de Estados Unidos decidió interrumpir el financiamiento del X-43A, dejando de lado planes para desarrollar unidades aún más avanzadas que las tres originales. Este éxito, aunque monumental, fue pasado por alto por un gobierno que prefirió no continuar con el avance logrado.
Aunque el programa del X-43A pertenecía a la NASA, fue crucial para el desarrollo de tecnologías hipersónicas más amplias. En la actualidad, las fuerzas armadas de Estados Unidos compiten intensamente con la República Popular China y la Federación Rusa por la supremacía en esta tecnología.
Estados Unidos lucha por avanzar en tecnología hipersónica frente a Rusia y China
A pesar de haber sido pioneros en el desarrollo de prototipos rudimentarios de tecnología hipersónica, Estados Unidos continúa enfrentando dificultades para desarrollar y desplegar plataformas hipersónicas que sean fiables y operativas más allá de los rangos de prueba. En contraste, tanto Rusia como China han logrado avances significativos en este campo.
Rusia ha logrado desplegar armas hipersónicas en la guerra en Ucrania. Un ejemplo claro es el misil hipersónico Kinzhal, un misil de crucero hipersónico que ha sido utilizado con efectos devastadores en la guerra. Además, los rusos han desarrollado el misil de crucero hipersónico Zircon, que cuenta con capacidad nuclear.
Por otro lado, China ha construido el túnel de viento para pruebas hipersónicas más avanzado y grande del mundo. En los últimos dos años, China ha realizado pruebas de armas hipersónicas que superan las capacidades actuales de Estados Unidos, aunque el Pentágono ha intensificado sus esfuerzos para cerrar esta brecha, logrando algunos avances en el último año.
A pesar de estos esfuerzos, surge la pregunta sobre el uso que ha dado el gobierno estadounidense a la información recopilada durante el programa X-43, llevado a cabo hace 20 años. Mientras Rusia, un país cuya economía se compara frecuentemente con la de Italia, ha logrado desarrollar un arsenal operativo de armas hipersónicas, Estados Unidos, a pesar de su mayor tiempo de investigación en esta tecnología, sigue en la fase de desarrollo.
Parte de la explicación reside en lo que algunos llaman la ingenuidad estadounidense. En las últimas dos décadas, Estados Unidos permitió que sus investigaciones y desarrollos en tecnología hipersónica fueran compartidos con Rusia y China, directa o indirectamente.
Además, ambos países, particularmente China, han ejecutado un programa de espionaje industrial a gran escala, diseñado para robar secretos tecnológicos avanzados de Estados Unidos. Este espionaje ha sido tan exitoso que actualmente las principales tecnologías hipersónicas de China y Rusia superan a las estadounidenses.
La falta de aprovechamiento de las lecciones del programa X-43 y la insuficiente seguridad de este proyecto han contribuido a que Estados Unidos se haya quedado atrás en las últimas dos décadas. Históricamente, ha habido momentos en los que Estados Unidos innovó en tecnologías clave, como el cohete multietapa de combustible líquido en los años 1920 y 1930, pero no comprendió plenamente las implicaciones de estos avances. Fueron sus rivales geopolíticos quienes reconocieron su importancia y tomaron la delantera.
Este patrón se ha repetido en el pasado, como cuando los británicos inventaron el portaaviones, pero fue Japón quien primero comprendió sus implicaciones ofensivas. Lo mismo podría estar ocurriendo ahora con las armas hipersónicas. En el peor de los casos, Estados Unidos podría haber perdido su ventana de oportunidad y haber quedado permanentemente rezagado en el dominio de esta tecnología crucial cuando surja el próximo gran conflicto, algo que podría ocurrir antes de lo que muchos anticipan.