Una persona en un ascensor. / SHUTTERSTOCK

La otra noche, en un programa nocturno de la radio al que telefonea la gente para hablar de sus cosas, un hombre contó que un día, a eso de las tres de la mañana, había sentido sed y se había levantado para ir a la cocina. Tras abandonar el dormitorio, advirtió con sorpresa que aquel pasillo no era el de su casa. Dudó si regresar a la habitación, pero confió en que el pasillo extraño acabara convirtiéndose en el suyo si persistía en él. Lo que ocurrió, sin embargo, es que fue él quien se convirtió en otro, en otro que sí reconocía el pasillo como propio. De hecho, lo recorrió hasta la cocina para prepararse una infusión de manzanilla con anís, a la que era muy aficionado ese otro en el que se había convertido.

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