Con blindados, humvees, helicópteros y armamento de los Estados Unidos y de soldados de la OTAN: así han celebrado este miércoles los talibanes el tercer aniversario de la toma de Kabul —y de todo el poder en Afganistán—.
El 15 de agosto de 2021, tras la retirada apresurada que inició Donald Trump y culminó el actual presidente estadounidense, Joe Biden, el hasta entonces grupo insurgente consiguió derrotar casi sin oposición al anterior gobierno de Kabul. Los talibanes, desde entonces, dirigen con mano de hierro un país, Afganistán, cuyo 90% de la población vive bajo la pobreza extrema. El gobierno de los talibanes no es reconocido por ningún otro Estado del mundo, aunque vecinos como Irán, Catar, Pakistán y Rusia, entre otros, sí mantienen relaciones con el gobierno talibán, encabezado por su líder supremo, Hibatulá Ajundzada.
“El Emirato Islámico de Afganistán —como denominan los talibanes su gobierno— ha eliminado todas las diferencias internas, y ha expandido la unidad y cooperación dentro de nuestro país. No permitiremos que nadie interfiera en los asuntos internos de los afganos, y no utilizarán nuestro territorio contra nuestro propio país”, ha dicho este miércoles el viceprimer ministro talibán, Maulvi Abdul Kabir.
Su discurso, y el desfile militar, no ha sido en un lugar aleatorio. La celebración del tercer aniversario de la victoria talibán ha ocurrido en la antigua base estadounidense de Bagram, en el norte de Kabul. Esta base fue durante dos décadas el mando de operaciones de Washington en su lucha contra Al Qaeda y los talibanes empezada por la administración de George W. Bush después del atentado del 11-S.
“Tal día como hoy hace tres años, Dios dio a nuestra nación pía una victoria decisiva contra una fuerza internacional de ocupación arrogante”, ha dicho este miércoles, a través de un comunicado, el primer ministro talibán, Mohammad Hasán Ajund.
Victoria y guerra
La victoria de los talibanes —y el final de la “guerra contra el terror” iniciada en 2001–, sin embargo, no ha traído la paz a Afganistán. El país vive constantemente bajo la amenaza y los atentados del Estado Islámico (EI), que tiene como su objetivo prioritario atacar a la minoría de población chií del país.
Hay mucho más: “Bajo el régimen talibán, Afganistán es el único país del mundo en el que las niñas tienen prohibido recibir educación más allá del sexto grado. Los talibanes también han violado el derecho de las mujeres a la libertad de movimiento, les han prohibido muchas formas de empleo, han desmantelado las protecciones para las mujeres y las niñas que sufren violencia de género, han levantado barreras para que accedan a la atención médica y les han prohibido practicar deportes e incluso visitar parques”, reza en un informe la oenegé internacional Human Rights Watch (HRW).
“Bajo el régimen abusivo talibán, las mujeres y niñas afganas viven en su peor pesadilla. Y el tercer aniversario de la victoria talibán debería ser un amargo recordatorio de la grave crisis humana que vive el país. Debería ser una llamada a la acción para todos los gobiernos del mundo, para que hagan responsables a los líderes talibanes de sus crímenes contra la humanidad”, ha dicho este miércoles la investigadora de HRW sobre Afganistán, Fereshta Abbasi.
Prohibido (casi) todo
Los talibanes, sin embargo, siguen indiscutidos en el gobierno: el anterior gobierno afgano, liderado por el presidente Ashraf Ghani, está noqueado en el exilio, y en el interior, los líderes de este grupo de anteriores milicianos ahora convertidos en los amos de Afganistán, hacen y deshacen como desean.
En su país, la música está prohibida, como también lo está el baile, la risa, el hablar con amigos y allegados en un espacio público, el afeitarse, el vestir corto, entre muchas otras prohibiciones. Nada nuevo para los afganos, que ya vivieron bajo el yugo talibán desde 1996 hasta 2001.
“Todos los afganos deben proteger y apoyar el sistema islámico”, ha dicho este miércoles el primer ministro afgano, Mohammad Hasán Ajund: “La implementación del islam y la ‘sharía’, la ley islámica, es la máxima responsabilidad y prioridad de nuestro Emirato Islámico”.
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