Mikel Landa camina con paso firme por los salones del hotel que ocupa en Lisboa, a las afueras de la ciudad, como todo lo relacionado con la Vuelta a España. El centro de la capital portuguesa es reducto exclusivo de miles de turistas, que en vez de ir en bici andan como pueden entre ríos de gente o utilizan los ‘tuk-tuk’ bajo un sol de justicia.

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