No hay mejor negociante que el chino ni mejor negociante chino que el de Zhejiang. Esa provincia de la costa oriental, debajo de Shanghái, alumbró algunas de las mejores medidas durante la apertura, tiempos burbujeantes en los que China aplicaba el método prueba-error y adoptaba lo que funcionaba, fuera legal, alegal o incluso ilegal, siguiendo aquel dogma de que el gato, blanco o negro, debía de cazar ratones. Es una casualidad, o quizá no, que los últimos tres chinos al frente del listado de fortunas nacionales nacieran en su capital, Hangzhou, una esponjada ciudad famosa por su Lago del Oeste que eligen muchas parejas para su luna de miel.
Colin Huang, fundador de la plataforma de ventas online Temu, es hoy el chino más rico tras relevar a Zhong Shanshan, magnate del agua embotellada, y Jack Ma, creador de Alibaba. A sus 44 años acumula 46.900 millones de dólares, según la publicación Forbes. Huang dimitió cuatro años atrás de PDD Holdings, conocida antes como Pinduoduo, pero sigue alimentando su patrimonio con sus beneficios. La expansión de Temu, su rama internacional, completa su fortuna. La capitalización bursátil de Temu superó en mayo a la de Alibaba y acabó con su largo reinado en el comercio digital global.
Apenas ha necesitado nueve años Huang para sellar el sorpasso. Pinduoduo, nacida en 2015, acaparó la atención en el competitivo mercado nacional con agresivos descuentos y un escaparate inabarcable. Su objetivo entonces, aclaró en una entrevista a la revista local Caijing, no era “que la gente de Shanghái sintiera que vivía en París, sino que la de Anhui –una provincia rural– dispusiera de papel de cocina y fruta fresca”. El propósito ahora es más ambicioso: “Compra como un billonario”, invita su web. La inversión mastodóntica en publicidad, con campañas televisivas en la Superbowl, la separa de Alibaba, al igual que la clientela. Dos tercios de los usuarios de esta son chinos mientras que Temu se ha asentado con fuerza en Occidente. Ha superado ya a Shein en Estados Unidos y suma 75 millones de clientes mensuales en Europa.
Su biografía sublima al emprendedor terco, con tantos éxitos como fracasos, un ojo clínico para el mercado y siempre listo para reinventarse. Fue un niño superdotado para las matemáticas que estudió en la escuela de las élites políticas y económicas de Hangzhou, se graduó en Ciencias Informáticas en la Universidad de Zhejiang y logró su máster en Estados Unidos. En 2004 regresó a China enrolado en el equipo de Google, pero la salida de la multinacional del país le dejó sin empleo poco después. Tras un año pensando en su nuevo rumbo y alguna iniciativa frustrada, fundó Pinduoduo.
Shein y Alibaba en la diana
Su fortuna superaba ya en 2021 los 70.000 millones de dólares, beneficiada por el empuje oficial a las tecnológicas, cuando Pekín ordenó parar. Juzgó el Gobierno que el sector corría más de lo necesario y que urgía repartir las riquezas de una forma más solidaria. Es una de esas políticas que Occidente mira con escepticismo, pero que han conseguido limar las desigualdades sociales. Huang perdió el 87% de su patrimonio y miró afuera, abrió sucursales en Dublín y Boston y puso en la diana a Shein y Alibaba.
Ha sufrido similares denuncias que sus rivales por prácticas comerciales injustas y una seguridad mejorable. Corea del Sur, por ejemplo, la investiga por publicidad falsa. En China fue célebre la protesta de cientos de comerciantes frente a una oficina de Guangzhou por los exiguos márgenes de beneficios que impone la plataforma.
La irrupción de Huang devuelve al cajón más alto a un empresario tecnológico. Un repaso por el listado de los chinos más acaudalados subraya la evolución de sus motores económicos de las últimas cuatro décadas. El ladrillo lo monopolizó hasta que Pekín enfatizó la tecnología y, tras cuatro años en el hoyo y muchas inmobiliarias quebradas, es improbable su regreso. La industria de internet lo ha relevado desde entonces, con recientes entradas desde el campo de la Inteligencia Artificial (IA) y otros sectores ahora mimados. En los últimos tres años, sin embargo, había reinado un verso libre, Zhong Shanshan, fundador del imperio de agua embotellada Nongfu, ahora penalizado por una guerra de precios con la competencia.