No hay mejor negociante que el chino ni mejor negociante chino que el de Zhejiang. Esa provincia de la costa oriental, debajo de Shanghái, alumbró algunas de las mejores medidas durante la apertura, tiempos burbujeantes en los que China aplicaba el método prueba-error y adoptaba lo que funcionaba, fuera legal, alegal o incluso ilegal, siguiendo aquel dogma de que el gato, blanco o negro, debía de cazar ratones. Es una casualidad, o quizá no, que los últimos tres chinos al frente del listado de fortunas nacionales nacieran en su capital, Hangzhou, una esponjada ciudad famosa por su Lago del Oeste que eligen muchas parejas para su luna de miel.

Fuente