Con tan solo 45 años, Casey Harell vivía postrado en una silla de ruedas, sin apenas capacidad de movimiento y con enormes dificultad para hablar. El avance de su esclerosis lateral amiotrófica (más conocida como ELA, la enfermedad que también padeció el físico Stephen Hawking y que sufre el exportero del Barcelona Juan Carlos Unzué) no solo le había dejado sin fuerza en brazos y piernas sino que, además, le había quitado la posibilidad de comunicarse con sus amigos y familiares.
Pero al año pasado algo cambió. Harrell se ofreció como voluntario para un ensayo clínico para probar un nuevo dispositivo que conecta cerebro y ordenador. Ahora, según relatan los responsables de este proyecto, el hombre ha recuperado su capacidad de comunicarse. «La primera vez que lo logró lloramos todos de alergia«, afirma Sergey Stavisky, uno de los líderes de este proyecto.
El ensayo clínico, bautizado como ‘BrainGate’, se puso en marcha el verano pasado. Fue entonces cuando Harrell se sometió a una operación cerebral en la que le instalaron 256 electrodos en la región exacta del cerebro donde se origina y articula la capacidad del habla. Poco después empezaron las pruebas para conectar su cerebro a un ordenador.
Según relatan los responsables de este estudio, el objetivo era que la máquina pudiera leer la actividad cerebral de Harrel, traducirla al instante y pronunciar todas las palabras que estaba pensando. Para ello, incluso se creó un modelo de voz que sonaba exactamente como la que tenía este paciente antes de que quedara paralizado por la enfermedad.
Los expertos afirman que se trata de la prueba más exitosa hasta la fecha de este tipo de tecnologías
En la primera prueba con este dispositivo se tardó una media hora en lograr que este paciente pudiera comunicar unas 50 palabras con un 99,6% de precisión. «Fue un momento muy emocionante. La primera vez que vimos las palabras aparecer en pantalla lloramos todos», afirma Stavisky. Cuando parecía que el logro no podía avanzar más, contra todo pronóstico, la segunda prueba con este dispositivo logró resultados aún más excepcionales.
La máquina logró descifrar más de 125.000 palabras con una precisión de más del 97%. «Se trata de la prueba más exitosa hasta la fecha de este tipo de tecnologías», explica, entusiasmado, David Bradman, neurocirujano de la Universidad de California y autor de este trabajo.
«Fue un momento muy emocionante. La primera vez que vimos las palabras aparecer en pantalla lloramos todos»
Revolución científica y médica
En los últimos años han salido varios proyectos en los que se intenta conectar el cerebro de pacientes con parálisis a ordenadores para que, por ejemplo, recuperen parte del movimiento o su capacidad de habla. El laboratorio de Gregoire Coutine, en Suiza, ya ha conseguido avances muy significativos en esta área, logrando incluso que pacientes completamente inmovilizados pudieran volver a andar. En esta misma línea también trabaja Neuralink, de Elon Musk, quien afirma que está realizando sus primeros estudios en pacientes. Pero pese a todos estos trabajos, hasta ahora apenas ha habido avances que permitan recuperar algo tan humano como la capacidad del habla. En el mejor de los casos, se han logrado dispositivos que ‘traducen’ apenas un puñado de palabras por minuto. Y con gran cantidad de errores.
El dispositivo logra detectar el intento del cerebro de poner en marcha los músculos que permiten el habla
El éxito de este trabajo, y lo que lo diferencia de sus predecesores, es que no intenta descifrar las señales cerebrales desde cero sino que «detecta el intento del cerebro de activar los músculos necesarios para hablar». «Estamos grabando la parte del cerebro que está tratando de enviar estas señales a los músculos. A partir de ahí, traducimos esos patrones de actividad cerebral en un fonema, como una sílaba o la unidad del habla, y luego lo convertimos en las palabras que están tratando de decir el paciente«, explica Stavinsky, quien afirma que este método no solo logra un resultado más preciso y rápido sino que, además, es menos propenso a cometer errores.
«Traducimos esos patrones de actividad cerebral en un fonema y luego lo convertimos en las palabras»
Desde el inicio de este ensayo hasta ahora, Harrell ha realizado casi un centenar de sesiones de entrenamiento durante más de 32 semanas seguidas. Gracias a ello, el paciente ha podido comunicarse con sus familiares y amigos durante al menos 248 horas y hasta realizar videollamadas. «Casey es alguien verdaderamente extraordinario. No solo ha participado en este ensayo clínico por su beneficio personal sino porque sabe que este tipo de sistemas podrían ser clave para ayudar a pacientes que, cómo él, han perdido la capacidad de comunicarse», afirma Leigh Hochberg, patrocinador del estudio BrainGate, quien augura grandes avances con este tipo de herramientas.
Suscríbete para seguir leyendo