Queda inaugurada la parte del verano más esperada por la mayoría de los aragoneses: las fiestas de los pueblos. Para muchos jóvenes, los meses de julio y agosto giran en torno a estas celebraciones. Pasan las semanas aguardando con ansia las fiestas de su propio municipio y asistiendo, mientras tanto, a las festividades de las localidades vecinas, en compañía de sus «cuadrillas de amigos». Desde hace unos años, las peñas populares suelen planificar con antelación sus desplazamientos a estos festejos, ya que son conscientes de que suelen ir de la mano de un consumo elevado de alcohol.

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