Queda inaugurada la parte del verano más esperada por la mayoría de los aragoneses: las fiestas de los pueblos. Para muchos jóvenes, los meses de julio y agosto giran en torno a estas celebraciones. Pasan las semanas aguardando con ansia las fiestas de su propio municipio y asistiendo, mientras tanto, a las festividades de las localidades vecinas, en compañía de sus «cuadrillas de amigos». Desde hace unos años, las peñas populares suelen planificar con antelación sus desplazamientos a estos festejos, ya que son conscientes de que suelen ir de la mano de un consumo elevado de alcohol.
La conciencia entre los jóvenes sobre los peligros y consecuencias de conducir bajo los efectos del alcohol parece ser cada vez mayor, lo que ha impulsado el uso de taxis como una alternativa segura. «Trabajo las 24 horas del día, pero aun así no tengo suficientes horas como para atender todas las llamadas de los jóvenes que quieren que les lleve», explica José Ángel Robledo, un taxista de Magallón. La saturación de los servicios de taxi en los municipios más pequeños es evidente, ya que la oferta en el sector nocturno es bastante limitada, mientras que la demanda durante los meses de verano es extraordinariamente alta. «Esto es positivo, porque nos ayuda a superar las temporadas más flojas del año, pero no por ello deja de ser agotador. En una noche en la que haya fiestas en un pueblo cercano, puedo llegar a hacer 30 servicios fácilmente», añade Robledo.
La demanda es tal que, en ocasiones, los taxistas se ven obligados hasta a rechazar algún servicio. «Los jóvenes reservan el taxi con muchísima antelación, a veces casi un mes antes de las fiestas. Entonces, como muchos son tan previsores, quienes se retrasan un poco más en hacer la reserva se quedan sin plazas. Ha habido noches en las que he tenido que renunciar a más de 12 servicios», relata Robledo preocupado.
Sin embargo, otros taxistas que trabajan en las zonas rurales aragonesas, como Joshua González, observan una tendencia preocupante entre los jóvenes: «Cada vez se empieza a trabajar más tarde, lo que limita el poder adquisitivo de los chicos y les impide pagar un taxi siempre que salen. Por eso, recurren a lo que yo llamo la rueda: un día conduce uno y otro día conduce otro». Lo malo de este sistema es que no está exento de riesgos, ya que en ocasiones, el conductor designado se deja llevar por el ambiente festivo y acaba consumiendo alcohol, subestimando el peligro que eso conlleva.
Ante esta situación, algunos ayuntamientos aragoneses han implementado medidas preventivas para disuadir a los jóvenes de conducir en las fiestas patronales y, así, reducir el riesgo de accidentes en las carreteras. Un ejemplo de ello es el Ayuntamiento de Monzón, que por segundo año consecutivo ha puesto en marcha un servicio de autobús gratuito que operará durante todo el verano, llevando a los jóvenes a las fiestas de los pueblos cercanos. El autobús tiene un horario fijo: sale a las 23:30 horas y regresa a las 07:00 horas. Además, este servicio también está disponible para menores de edad, quienes deberán presentar una autorización paterna para poder utilizarlo.
De la misma manera, el Ayuntamiento de Ejea ha vuelto a ofertar el servicio de bus joven, que sale a las 22.30 horas de la estación de buses de Ejea y regresa al pueblo a las 4.00 de la mañana, todo con el objetivo de que los jóvenes no mezclen los coches y el alcohol. Sin embargo, a diferencia de lo que pasa en Monzón, en Ejea este servicio no es gratuito, sino que cada billete cuesta 2,10 euros y se han de adquirir con antelación