Las dos noticias llegaron casi al unísono. En el centro de Gaza, Mohamed Abu Al Qumsan acababa de registrar el nacimiento de sus dos hijos gemelos en una oficina municipal, cuando sus vecinos le informaron de que esos certificados ya no valían nada. Durante su ausencia, el Ejército israelí había bombardeado su vivienda provisional en Deir Al Balah, matando a sus dos bebés de cuatro días, su mujer farmacéutica y la abuela de los niños. Mientras Al Qumsan se retorcía de dolor ante las cámaras de Associated Press, en el centro de Washington, la Casa Blanca acababa de aprobar uno de los mayores paquetes de ayuda militar a Israel en muchos años. Nada menos que 20.000 millones de dólares en armas. Un paquete que incluye 33.000 municiones para tanque y 50.000 para mortero, así como 50 cazas F-15 y vehículos de transporte militar. Los aviones tardarán años en llegar; la munición se espera que lo haga pronto.

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