Más de 800 kilómetros al norte de las llanuras de Adelaida, en el departamento de Australia del Sur, existe una pequeña ciudad minera llamada Coober Pedy cuyos desérticos alrededores se caracterizan por cientos de amontonamientos de tierra que aparecen por doquier. La explotación de ópalo fue la principal actividad de esta desolada región australiana, pero también se saca tierra para otro cometido: construir viviendas subterráneas para huir del calor.
Su población es de 2.500 personas y el 60% de ellas vive en casas excavadas bajo el suelo, en terrenos de arenisca, como atestiguan las chimeneas y otros tubos que, cada cierta distancia, van apareciendo en la superficie.
Coober Pedy (que, de hecho, en lengua aborigen significa ‘hombre blanco en un agujero’) ha encontrado esta forma de vivir para sortear las condiciones climáticas especialmente adversas a las que se enfrenta. Y es que en verano se pueden alcanzar los 52ºC, una temperatura extrema que obliga incluso a conservar en la nevera los dispositivos electrónicos.
En esta curiosa población subterránea se registra una agradable temperatura de 23ºC, lo que contrasta enormemente con las infernales condiciones de la superficie, que también lo son durante las noches de invierno, con frío de 2 ó 3ºC.
Vivir en la superficie obliga a sus habitantes a realizar enormes gastos para mantener el aire acondicionado, pero, en cambio, bajo tierra toda la electricidad se genera mediante fuentes renovables, sobre todo eólica y, en menor medida, solar. Uno de los vecinos de esta localidad ha manifestado a la BBC: “Para vivir en la superficie, se paga una fortuna en calefacción y refrigeración, cuando en verano la temperatura suele superar los 50ºC”.
Esta ciudad subterránea no solo cuenta con viviendas, sino que también hay restaurantes, tiendas e incluso iglesia. Y es que construir bajo tierra es fácil, puesto que la arenisca es fácil de trabajar y para ampliar una de estas viviendas, basta con excavar un poco más.
Por ello, algunas de estas viviendas son especialmente impresionantes, pues cuentan con piscinas subterráneas, salas de juegos, baños amplios y salas de estar de calidad, según la BBC. No se trata, por tanto, de simples grutas o cuevas algo agrandadas, como se ve en otras partes del planeta, sino verdaderas viviendas con todas las comodidades.
Pero no todo es fácil allí. Coober Pedy tiene por encima dos o más metros de arenisca porosa y el ambiente ahí abajo es muy seco. Uno de sus principales desafíos es la humedad. Por ello, existen conductos de ventilación que garanticen un adecuado suministro de oxígeno y permitan que la humedad escape del interior.
El paraje donde se ubica esta población, por tanto, no difiere demasiado, en cuanto a condiciones climáticas, de las que reinan en algunas partes del sur de España. Según los pronósticos climáticos, además, las temperaturas en zonas de como el valle del Guadalquivir o el sureste irán incrementándose año tras año.
Coober Pedy, de hecho, no es la única ciudad subterránea del mundo, pues existen otras, como Capadocia, en el centro de Turquía.
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