París cerró a lo grande los Juegos monumentales, de las gradas llenas, del buen ambiente. Los que volvieron a ser la gran fiesta del deporte y la ceremonia de clausura puso el broche dorado a 16 jornadas magníficas. Porque los juegos se alimentan de todo lo que les rodea: paisajes, vida, historia, cultura, deportistas figuras y deportistas proletarios, pueblo, gestas, recuerdos. París perdurará por su éxito, igual que la clausura será recordada por la aparición estelar de Tom Cruise descendiendo desde la cúpula del Stade de France y agarrando la bandera olímpica con la misión de llevarla hasta Los Ángeles al más puro estilo Ethan Hunt.

El primer gran momento de la ceremonia lo dedicaron a los protagonistas de los Juegos, el desfile de los deportistas. Los abanderados por una puerta, el resto por otra, con todos los campeones con sus medallas colgadas del cuello. María Pérez y Jordan Díaz como abanderados españoles, dos atletas de oro del deporte más universal. Y con los 9.000 deportistas sobre la pista empezó a sonar el ‘We are the Champions’ de Queen. Un gran himno deportivo. Tuvieron que pasar ocho años para volver a tener un desfile completo, la espera se hizo larga. En los primeros Juegos de 1896 los campeones recibieron sus medallas en la ceremonia de clausura y las maratonianas Sifan Hassan, Tigist Assefa y Hellen Obiri recibieron la suya en medio de la ceremonia para simbolizar los primeros juegos 100% igualitarios entre hombres y mujeres.

La pista de Saint-Denis se transformó en un escenario ambientado en el futuro, con un viajero interestelar que llegó a la tierra y se encontró los Juegos destruidos y los trató de revivir, recreando lo que hizo el barón Pierre de Coubertin. Con el himno délfico a Apolo -el más longevo de la antigua Grecia- sonando de fondo, se leyeron fragmentos del boletín del congreso inaugural de los Juegos de 1894 y se elevaron los aros olímpicos al cielo, con música épica.

71.500 espectadores llenaron el Stade de France, un teatro con un escenario de 2.400 metros cuadrados y una puesta en escena que movilizó a más de 9.000 personas. El estadio se convirtió en un macro concierto para hacer una celebración colectiva. Mezcla de música francesa y estadounidense.

Los Juegos de Los Ángeles 2028 hicieron su aparición estelar con imágenes rodadas desde sus calles y sus playas, con el cuádruple campeón olímpico Michael Johnson haciendo el relevo de la bandera y con sus artistas más universales como Billie Eilish o Snoop Dogg haciendo un concierto improvisado frente a la costa del pacífico. La ciudad que toma el relevo en la organización de los Juegos siempre dispone de 15 minutos en la ceremonia final para mostrar un avance de lo que se verá dentro de cuatro años. Leon Marchand, símbolo del éxito francés con sus cuatro oros, el deportista más laureado de esta edición, recogió la llama olímpica en las Tullerias y la llevó al tramo final de la ceremonia para realizar el simbólico apagado mientras el público gritaba “Marchand, Marchand”. Fue figura central del arranque de la ceremonia y de la despedida. Su protagonismo volverá en LA 2028



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