El periodista hispano-ruso Pablo González ha denunciado que, durante sus casi dos años y medio encarcelado en Polonia tras ser acusado por el gobierno polaco de ser un espía ruso, fue «amenazado y presionado» e, incluso, le «sugirieron suicidarse«. «La sesión con el psicólogo duró 15 minutos, de los cuales 13 fueron su monólogo. Me dijo++ que, si me pasaba algo, si me sentía mal, podía intentar suicidarme», ha declarado González a medios rusos.

En el mismo sentido, González ha indicado que incluso cuando se dio a conocer el intercambio de prisioneros entre Rusia y Occidente, los servicios especiales de Polonia seguían presionándole para que «admitiera su culpa». El periodista fue liberado el pasado 1 de agosto en el marco del histórico canje entre Rusia y Occidente, tras haber sido detenido en febrero de 2022 en Polonia, cerca de la frontera con Ucrania, cuando cubría el conflicto bélico. El periodista recuerda que durante los primeros nueve meses de su detención estuvo privado de contacto con su familia y su defensa.

Las autoridades polacas prolongaron siete veces su prisión preventiva (en este país es posible renovarla cada tres meses sin impedimentos de ninguna clase), «sin concretar fecha de juicio, presentar pruebas, ni tampoco formalizar una acusación concreta», lamenta, para añadir que al final fue incluido en la lista del canje, ya que el proceso fue manejado desde Washington.

«En un momento dado, entran representantes de Rusia y piden a todos los extranjeros que salgan. Entonces entraron los militares. En ese momento quedó claro que no eran nuestros carceleros, sino nuestros defensores», relata. Además, el periodista afirma que le acusaron de cooperar con la inteligencia rusa «pero no inmediatamente, sino al cabo de un tiempo», y critica que pudo reunirse con su abogado solo nueve meses después de haber sido detenido.

«Durante todo ese tiempo me amenazaron y me presionaron. Les preguntaba: ‘¿Qué he hecho? ¿De qué me acusan?’, y me decían ‘Tú sabes’. Cuando te presionan tanto, significa que no tienen pruebas«, advierte.

González nació en Moscú y es nieto de un ‘niño de la guerra’, los menores que fueron enviados a la URSS para escapar de la Guerra Civil Española entre 1936 y 1939. Precisamente, su defensa alegó que la acusación solo se basa en su doble nacionalidad rusa y española.

La presunción de inocencia, en cuestión

González reside en Gernika y es colaborador de Público y La Sexta. El Gobierno polaco difundió tres días después de su arresto una nota en la que detallaba que la Agencia de Seguridad Interior (ABW, el servicio secreto de Varsovia) capturó al periodista «bajo sospecha de haber realizado operaciones en beneficio de Rusia, beneficiándose de su condición de periodista» durante la crisis de refugiados que se vivió tras el estallido de la guerra, pero nunca llegó a presentar cargos formales contra él, vulnerando su presunción de inocencia. La legislación polaca no pone límite alguno para la prisión preventiva, que puede convertirse en permanente con prórrogas cada tres meses.

Desde entonces, González ha permanecido en una celda del módulo de alta seguridad de la cárcel de Radom, a unos 70 kilómetros de Varsovia, en la que estaba 23 horas diarias y solo salía para pasear durante una hora en un pequeño patio, según trasladó el propio preso a Oihana Goiriena, la madre de sus hijos.

Reporteros sin Fronteras y organizaciones de periodistas han denunciado durante su estancia en prisión las duras condiciones en las que ha sido tratado, y que se haya vulnerado su presunción de inocencia al no haber podido ser acusado de cargos formales. Amnistía Internacional llegó a pedir al Gobierno polaco que facilitase a González «información completa sobre los cargos que hay en su contra», que dejaran de aislarlo y que se revisase su situación de prisión provisional.

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