No hay lugar donde el deportista se muestra tan expuesto, tan desnudo, como en unos Juegos Olímpicos. Es ahí, ante los ojos del mundo, y soportando la presión de una sociedad en la que no se permite el fracaso, donde deben demostrar que el éxito o el fracaso no depende de una medalla, sino del recuerdo que generen en quienes los ven. De pie o de rodillas.

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