Un alumno que curse la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) el próximo curso en la Comunidad de Madrid será el único de toda España que reciba en inglés la asignatura de Geografía e Historia, con la excepción de los contenidos que se refieran a la Historia de España, que sí se impartirán 100% en castellano. Esto deja un escenario en el que los estudiantes de la capital aprenderán la invasión de Napoleón en su lengua materna y cambiarán el vocabulario cuando las tropas lleguen a Trafalgar o traducciones que no escapan a la polémica como la de la sierra de Guadarrama, que se plantea como Guadarrama mountains.
En un primer momento, la Consejería de Educación, dirigida por Emilio Viciana, parecía haber atendido las demandas de la comunidad educativa, que se había mostrado reticente a que los estudiantes recibieran los conocimientos de esta materia en inglés, principalmente -dicho de una manera llana- porque iban a estar más pendientes de pronunciar bien los términos que de aprender los contenidos. Sin embargo, la administración Sol arrojó un jarro de agua fría sobre la razón el pasado mes de junio, cuando el consejero anunció que todo lo relativo a la asignatura, menos la historia de nuestro país -propiamente dicha- se seguiría enseñando en inglés.
No parece existir una base científica sobre el plan llevado a cabo por la Comunidad de Madrid, simplemente obedece -asumen los detractores de este nuevo giro- de un asunto puramente político en el que Isabel Díaz Ayuso, como ha intentado hacer con otras cuestiones, busca abanderar batallas -aunque sea dentro del PP– que Vox siempre ha pretendido liderar. Y lo hace a través de un bilingüismo “a la madrileña” -como lo asumen dentro del mundo educativo-, una de las “joyas de la corona” de la autonomía desde la era Aguirre y en la que el equipo de la lideresa actual ha puesto la última piedra, hasta el momento.
Nadie se posiciona en contra de una educación en varias lenguas, ni pone en duda que este modelo pueda resultar en última instancia bueno para el alumno, pero desde luego no como lo plantea la región, promoviéndolo ahora dentro de una asignatura en la que los beneficios no solo no están demostrados, sino que los efectos negativos son más.
“Traducir los accidentes geográficos o determinados nombres o momentos que forman parte de la Historia es sencillamente absurdo”, así de contundente se pronuncia la secretaria general de Enseñanza de Comisiones Obreras (CCOO), Isabel Galvín, que, tras infinidad de consultas con miembros de la comunidad educativa -profesores, padres, estudiantes, etc- y expertos, entre otros, en lenguas y bilingüismo, explica en declaraciones a ElPlural.com que el movimiento de la Consejería de Viciana carece de base científica.
Es sencillamente absurdo y carece de base científica
“Los estudios demuestran que este experimento social -así lo definen las voces críticas- no ayuda para la adquisición de los contenidos académicos de Geografía e Historia ni de una segunda lengua, como si se lograría esto segundo siguiendo la estela de otros países (…) en otro contexto, impartiendo clases exclusivas del idioma a partir de los siete años, en grupos reducidos y durante cinco horas a la semana (…) Y el bilingüismo funciona si se desarrolla en un escenario en el que conviven dos lenguas maternas, no desde una base monolingüe y con una dosis de irrealidad importantísima como plantea Madrid, porque entonces estamos hablando de un bilingüismo forzado”, expone.
Ultranacionalismo de Abascal, Milei o Trump
“No tiene ningún sentido didáctico o pedagógico. Obedece más bien a un motivo político o de imagen, meramente demagógico”, tiene claro Esteban Álvarez, portavoz en Educación del Grupo Socialista en la Asamblea, quien apostilla que la iniciativa popular es muy complicada de enmarcar dentro de la actual ley educativa (LOMLOE). “Y la ley hay que cumplirla”, recuerda.
Solo cabe, pues, la opción de que Ayuso mantenga la Educación como una de las cartas maestras para ganarle la partida a la ultraderecha. O, al menos, tomando de referencia las mayorías absolutas cosechadas en las urnas, para continuar marcando distancias del ala moderada de su partido y seguir acercándose a los Javier Milei, Donald Trump y compañía.
“La última orden lo deja muy claro”, considera Galvín. “El fondo del cambio es la guerra cultural con la extrema derecha en la que la Comunidad lleva tiempo inmersa. Pero no solo, Ayuso aspira a liderar, y quiere también capitanear la batalla dentro de su partido al modo de sus homólogos en Argentina o Estados Unidos, porque su discurso en educación es igual y siempre en la misma dirección, la de un cambio curricular ultraconservador y ultranacionalista”.
Intrusismo laboral
El programa del Ejecutivo regional para el curso 2024/2025, al que ha tenido acceso este periódico y que se puede consultar en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid, propone que en la asignatura de Geografía e Historia se impartan contenidos que, si bien necesarios en muchos de los casos, se corresponden con campos totalmente distintos. Algunos de ellos, sostiene Galvín, “forman parte de los grandes mitos que tiene en este momento la derecha en materia de seguridad o lucha contra lo identitario”.
En concreto, y por poner solo ejemplos, los alumnos de 1º de la ESO estudiarán un epígrafe llamado El fanatismo, las sectas en el mundo y el terrorismo; los de 2º Las drogas, las adicciones y la pérdida de libertad; los de 3º La libertad, la igualdad ante la ley y el respeto a los demás en la Constitución española y en el Código Penal, y los de último curso El suicidio y las autolesiones.
Sobra decir que algunos de estos títulos forman parte del programa que la lideresa utiliza cada jueves en la Cámara para cargar contra el gobierno de Pedro Sánchez o la oposición en la autonomía, pero las presuntas intenciones de Ayuso tienen otras consecuencias. “Los profesionales de Geografía e Historia no están preparados para dar estos conceptos, y si acuden a estas plazas será intrusismo laboral, porque son materias asociadas a la Psicología, la Pedagogía e, incluso, la Filosofía”, acentúa la portavoz del agente social.
Los contenidos forman parte de los grandes mitos de la derecha en materia de seguridad o lucha contra lo identitario
Y, al final, como la pescadilla que se muerde la cola, o como una fila de piezas de dominó, una cosa va llevando a la otra. “Los centros y los docentes carecen de libros, manuales de ruta o una mínima instrucción (…) Los colegios van a tener serias dificultades para poder implementar los cambios”, advierte.
Un fracaso demostrado desde la época de Esperanza Aguirre
La apuesta de la Comunidad de Madrid por el bilingüismo no es nueva, sino que encuentra su base en Esperanza Aguirre, uno de los ejemplos a seguir por la presidenta actual. “Ella -Aguirre- capta muy bien la necesidad lingüística de la población y sigue la lógica de que lo mejor para aprender una segunda lengua es empezar desde edades muy tempranas aunque el entorno no favorezca, e impone el experimento social en Infantil y Primaria, con financiación y dotando de formación al profesorado (…) Esto generó un impulso en los centros públicos -en principio solo estaba previsto para centros públicos-, se incrementó la matrícula y cada vez hubo más demandas por parte de las familias”, relata la secretaria general de Enseñanza de CCOO.
A partir de ahí “todo ha sido un desbarajuste sin planificación” que ha favorecido la “segregación” del alumnado entre lo público y lo privado a través de políticas “típicas del manual neoliberal”, como la especialización de centros o la desregularización de la norma. Cuando la baraja se pone del todo boca arriba, muchas familias reniegan del programa o, al menos, de cómo se ha planteado. Sin embargo, no resulta nada sencillo, ya que la Consejería no lo facilita, entre otros motivos, por la carencia de oferta. Así lo emplaza Galvín, cuyo sindicato recurrirá el último bandazo de Ayuso. Entretanto, desde la Comunidad no aclaran a qué se debe la propuesta.