A lo largo del Sena, París se convierte en un desfile en el que ciudadanos de todo el mundo lucen emblemas nacionales que ayuden a identificarse, unos a otros, con los suyos. Entre los españoles, además del «y tú qué vas a ver» o lo que ya has visto, la pregunta más repetida tiene que ver con el presupuesto; «cuánto te has gastado». El viernes, en el aeropuerto Charles de Gaulle, mientras esperaban el avión que les llevara de regreso a Bilbao, tres amigos, dos de ellos hermanos, cercanos todos a los 40 años, daban la cifra entre remordimientos y cierta vergüenza: 3.370 euros en tres días. La cuantía incluye alojamiento, vuelos y entradas. Atletismo, voleibol y baloncesto fueron los deportes escogidos por este grupo que admite que los Juegos Olímpicos han sido un evento que ha superado sus expectativas financieras. «Hemos ido a ver partidos de NFL y no era tan caro». La queja por el precio de las entradas no pertenece únicamente a la delegación española. El diario Financial Times recogía un análisis en el que mostraba que los tickets en sitios de reventa aumentaron a 270.465 el lunes 22 de julio, un salto respecto de los 180.000 de hace un mes. «No me sorprende. Los billetes son demasiado caros«, escribió una persona en la plataforma de redes sociales X sobre la publicación del medio británico.
Pese a que los de París ya se han convertido en los Juegos con más entradas vendidas de la historia, con 9,4 millones de tickets comprados por usuarios, superando a Atlanta 96, con 8,7 millones, cada día se podían comprar entradas para varios eventos en la web de reventa oficial de los JJOO. Al módico precio de 445 euros se encontraban disponibles en torno a un centenar de entradas para el miércoles 7 de agosto, cuando Soufiane El Bakkali revalidó su oro olímpico en el Stade de France. Una semana antes, el jueves 1 de agosto, aún quedaban entradas para la final del 100 metros lisos masculino, disputada el domingo 4, con precios que iban desde los 515 euros hasta superar los 2.000. Y con un sólo día de antelación se pudieron conseguir entradas desde 210 euros para ver la final del 10.000 metros, que acabó por llevarse el ugandés Joshua Kiprui Cheptegei batiendo el récord olímpico. En la segunda semana de celebración de este evento, un responsable de una agencia oficial encargada de la compra venta de billetes, calificaba de «caos» la gestión de las entradas por parte de la organización.
Sebastian Coe, presidente de World Athletics y responsable del comité organizador de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, expresó su preocupación por el elevado costo de las entradas para los próximos Juegos Olímpicos en París. “Estos serán los precios de entradas más caros que hemos visto en un estadio de atletismo en unos Juegos Olímpicos”, señaló Coe en diciembre. “No quiero que los aficionados, los atletas y sus familias tengan que abandonar el estadio”.
En respuesta, Tony Estanguet, presidente del comité organizador de París 2024, defendió la estructura de precios, señalando que están en línea con los de ediciones anteriores. Comparó los precios en Londres 2012, donde la entrada más barata costaba 20 libras (equivalentes a unos 27 euros con la inflación actual) y la más cara 725 libras (poco más de 1.000 euros hoy en día). Según Estanguet, los precios para París 2024 son apenas superiores a estos, justificando así el costo de las entradas.
Hoteles y aerolíneas
Hace a penas tres meses, volar a París era un lujo para bolsillos afortunados. Las webs de buscadores arrojaban resultados para las fechas que coincidían con los Juegos que no bajaban de 300 euros. El que escribe estas líneas, a tres semanas de asistir el martes 6 de agosto a la sesión vespertina de atletismo, pagó 120 euros por el billete de ida y vuelta a París. Un grupo de tres españoles, en la treintena, aficionados al deporte, suscriben el mismo escenario. «Han bajado una barbaridad, hace pocos meses, estaba prohibitivo».
Las tarifas aéreas, por ejemplo, desde Inglaterra también son notablemente asequibles: Ryanair ofrece vuelos desde Manchester a partir de solo 17 libras, mientras que Vueling tiene vuelos desde Heathrow a París por 34 libras. En el periodo previo a los Juegos, las aerolíneas ya habían advertido una falta de entusiasmo por viajar a París. Delta dice que espera que los Juegos Olímpicos le cuesten 100 millones de dólares, y Air France-KLM, entre 162 y 170 millones. Los viajeros están mostrando un “desvío de París”, que está “rezagada respecto de otras grandes ciudades europeas”, según Air France-KLM.
Las reservas de hoteles en París experimentaron lo que Raphael Batko, de la agencia de marketing hotelero Doyield, denominó un «efecto de evitación» durante junio y julio, hablando con la BBC . Batko también calificó las cifras de reservas como «catastróficas». Los precios de las habitaciones subieron un 70% a una media de 342 euros a principios de este verano, según señala la oficina de turismo de París. Sin embargo, esto significó que alrededor del 30% de las habitaciones estaban vacías antes de los Juegos. Ahora, los precios han vuelto a caer para alinearse con la menor demanda y se pueden encontrar habitaciones por 39 euros la noche. Además, abrir la aplicación de Airbnb en París mientras se sucedían los Juegos era encontrar una oferta repleta de anuncios a precios que no superaban los 50 euros.
Más allá del París olímpico
Mientras hoteles y aerolíneas bajaban los precios, el ayuntamiento de Paris aprovechaba para encarecer los billetes de metro y tren. Por ejemplo, el abono de diez viajes del suburbano parisino ha duplicado su precio pasando de 16,90 a 32 euros. Esto ha despertado una infinidad de críticas de los propios parisinos que han abandonado la ciudad dando la espalda al evento. «Nos hemos ido a Marbella unos días y después a Burdeos», explica una mujer de 32 años francesa, residente en París, que ha enclavado sus vacaciones en plenos Juegos. «Ánimo con los cortes de calles, es un rollo». Lo corrobora una joven española que reside en la capital francesa. «Aquí solo quedan turistas y los migrantes que trabajamos». Asimismo, sorprender ver filas de taxis apostados en los Campos Elíseos sin casi movimiento.
Y es que París ha vivido durante 21 días dividida en dos. Por un lado, la ciudad tomada por fans del olimpismo que inundaban de color las orillas del Sena, eje de la ciudad sobre el que se construyeron algunos de los recintos deportivos. Por otro, el resto. Este medio pudo constatar que quienes busquen una buena mesa en la terraza de un café están de suerte. Además, las colas para entrar en la Torre Eiffel y otras atracciones son atractivamente pequeñas. Y una de las obras más famosas de Vincent van Gogh, su Autorretrato, en el Museo de Orsay rara vez ha atraído a un grupo tan pequeño de amantes del arte agitando sus teléfonos móviles.
Cuando el que escribe fue a ver la emblemática pintura esta semana, había una multitud considerable dentro de la sala reservada a las mejores obras de los impresionistas franceses, pero nada comparado con las masas que generalmente compiten por un lugar para admirarlas. Además, las colas para acceder a otras galería eran inexistentes y obras como El pensador o La puerta del infierno, de Auguste Rodin, estaban prácticamente vacías. “Es extraño pero lleva así todos los JJOO”, explica un trabajador del Museo de Orsay.
Es pronto para decir si París ha experimentado efectivamente un descenso general del turismo extranjero y nacional. Los funcionarios de turismo locales son optimistas y señalan que los visitantes aumentaron un 20% interanual en los tres días previos a la ceremonia de apertura. Por su parte, el teniente de alcalde de Turismo, Frédéric Hocquard, cree que la situación ha mejorado. La mayoría de los países anfitriones de los Juegos Olímpicos ven un declive en el turismo y, después de gastar miles de millones, pocas ciudades logran recuperar sus gastos. Si el turismo ha sufrido durante estos Juegos, la evidencia sugiere que París no sería un caso excepcional, lanzando un aviso a navegantes para el resto de ciudades que se planteen albergar la mayor fiesta del deporte.