Todos en pie para aplaudir a Mohammed Attaoui, una de las grandes estrellas actuales del atletismo español. En la final de 800 más exigente de la historia, el atleta afincado en Cantabria desde los seis años ha terminado quinto con 1:42.08, a cuatro centésimas del récord de España que estableció el mes pasado.
La carrera coronó al keniano Emmanuel Wanyonyi con 1:41.19 (tercera marca de la historia tras el récord de su compatriota Rudisha de 1:40.91 y los 1:41.11 de otro keniano aunque nacionalizado danés Wilson Kipketer), con plata para el ya excampeón canadiense de origen sudanés Marco Arop con récord americano (1:41.20 y quinto de siempre) y bronce para el argelino Djamel Sedjati (1:41.50), el emergente mediofondista español igualó la quinta posición del gallego Adri Ben hace tres años en Tokio.
Con tan solo 22 años, el atleta nacido en Beni Melal emergió definitivamente la pasada temporada cuando estuvo a punto de pasar a la final de los 800 del Mundial de Budapest en su debut como internacional absoluto y hace dos meses se colgó la plata en el Europeo de Roma.
Integrado en la estructura de On Running a las órdenes del prestigioso alemán Thomas Dreissigacker, Attaoui llegaba a París con unas credenciales extraordinarias tras destrozar el récord nacional de Saúl Ordóñez (1:43.65) hasta dejarlo en unos increíbles 1:42.04, una de las mejores marcas globales de la historia del atletismo español.
El hispanomarroquí pasó a la primera a semifinales al imponerse en su serie con autoridad (1:44.81) mientras sus compatriotas Adri Ben y Elvin Canales caían a una repesca en la que estuvieron cerca del objetivo. En semifinales tuvo que sufrir en la recta para superar al belga Crestan y pasar a la final con el último tiempo de repesca (1:43.69).
La final se presentaba para los intereses españoles como un dualidad contrapuesta. Por una parte estaba permitido soñar con sus excelentes prestaciones en los últimos dos años y, por otra, la prueba que más ha crecido en las últimas temporadas y el nivel de sus rivales dotaba a ese sueño de tintes quiméricos.
Y lo cierto es que ha luchado por el podio hasta el último momento. Wanyonyi lanzó la carrera a 24 el primer 200 y 50.28 el paso por el 400 con Attaoui en cola de grupo y progresando en la antepenúltima recta. En la contrarrecta progresó y se metió en la batalla por la cuerda en la recta.
Su actuación fue portentosa e incluso estuvo a punto de batir su récord nacional. Con 1:42.08 se quedó a cuatro centésimas y a 58 de un bronce que, si sigue trabajando y progresando como hasta ahora, podría quedarse pequeño de cara a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Que nadie lo dude. Ha nacido una estrella.