El Sporting empató contra el Racing (1-1) en el último partido de la pretemporada antes de afrontar el primer compromiso de Liga el próximo domingo contra el Levante en El Molinón. La igualada resultó justa entre dos conjuntos llamados a pelear en la zona alta de la clasificación en el curso entrante y que brindaron un encuentro por momentos entretenido que dejó satisfechos a los aficionados que abarrotaron las gradas y el césped que bordea tres cuartas partes del campo de La Maruca en una calurosa tarde veraniega en Cantabria que se prestaba más al picnic que a la práctica del fútbol.
Comenzó el partido con cierta intensidad, con Racing y Sporting, ambos con alineaciones muy titulares, poniéndole sudor y empeño al asunto. Rubén Albés volvió a apostar, igual que en el amistoso anterior contra el Lugo, por cerrar con cinco atrás, con Olaetxea acompañando a Diego Sánchez y Curbelo en el centro de la defensa y Cote y Guille Rosas desplegándose como carrileros en ataque.
Lo cierto es que la fórmula, si bien tiene sus desventajas, es agradecida por los laterales, la mayor amenaza en el primer acto de un Sporting plano en ataque, incapaz de conectar con Dubasin, Gaspar y un Otero que hacía las veces de hombre más adelantado cuando el Racing tenía la pelota, con los rojiblancos más ordenados que presionantes en defensa.
El balón era del Racing, pero la primera llegada reseñable fue sportinguista. Gaspar conectó un potente remate que se marchó cerca de la portería tras una buena dejada de cara de Otero, en la que sería la única conexión fructífera entre los atacantes hasta el minuto cuarenta y cinco. Dos minutos más tarde, el propio Gaspar, a la salida de un córner, volvió a probar suerte con un disparo desde la frontal, esta vez sí obligando a intervenir a Ezkieta.
Más meritoria resultó la parada de Yáñez al chut dentro del área de un Pablo Rodríguez asistido por el delicado Íñigo Vicente, un quebradero de cabeza para la defensa del Sporting por su desparpajo con el balón: a nadie se le escapa que Vicente es uno de los jugadores más dotados técnicamente de toda la Segunda División.
Rodríguez, de nuevo, volvió a disponer de otra chance en la zona de castigo sportinguista, pero la mandó al Aeropuerto de Santander, muy próximo a la localidad de Camargo en la que se disputó el partido. Cuando mejor estaba el Racing, la pausa de hidratación emergió como conveniente tiempo muerto para Albés, que se extendió mucho más en sus indicaciones que su homólogo José Alberto durante el receso. El parón insufló al partido una calma chicha que apenas rompía el delantero Karrikaburu con sus desmarques a la espalda de los centrales del Sporting, inocuos en cualquier cosa. En medio del bostezo, llegó el descanso.
Recién ordenó el árbitro la reanudación, el pelotón suplente del Sporting saltó a calentar por la pista de atletismo que flanquea La Maruca, más en concreto junto al foso de arena para practicar el salto de lo longitud. Todo muy olímpico. En el campo, además de los aviones tras la grada, también despegaba Otero. El delantero colombiano, siempre obstinado y generoso en el esfuerzo, picaba una y otra vez al espacio, ajeno al cansancio y afilado en sus desmarques.
Otero, sin embargo, no encontraba recompensa a su esfuerzo ni podía concretar en peligro real ninguna de sus cabalgadas. El Sporting, aunque más proactivo que en el primer acto, no conseguía ser dañino. Tampoco se prodigaba demasiado el Racing, aunque otra vez Íñigo Vicente volvió a citar a Pablo Rodríguez con Yáñez con un pase genial. La cosa acabó como en la ocasión anterior, y Yáñez, que parece haber vuelto de las vacaciones igual de impenetrable, volvió a frustrar a Rodríguez.
Como es preceptivo en partidos de esta suerte, Albés acometió un buen puñado de sustituciones. Primero sentó a Cote y Curbelo por Pablo García y Kembo, y unos minutos más tarde, aprovechando la pausa de hidratación a un cuarto de hora del final, introdujo tres novedades más: Nacho Martín relevó a Bernal, Campuzano a Dubasin y Queipo a Gaspar. Tras la rueda de cambios, que también afectó al Racing, se adelantó el equipo cántabro por mediación de Nico Celorio, que fusiló a Yáñez aprovechando un centro raso.
El Sporting reaccionó bien al contratiempo, avisando primero con un remate a bocajarro de cabeza de Campuzano a centro de Nacho Martín y golpeando después con un golazo delicioso de Queipo en un lanzamiento de falta desde la frontal en la que sería la última acción de un partido cuyo final, para sorpresa de la afición congregada en La Maruca, señaló el árbitro cuando el electrónico marcaba el minuto 85.