Una crítica que se hace con frecuencia a los cargos políticos -y no siempre fundada, cabe señalar- es que no se merecen el sueldo que cobran. Pero se tiende a olvidar que hay muchos casos donde la gestión institucional no es una actividad remunerada, sobre todo en los municipios con pocos habitantes. En estas localidades donde el padrón se queda en los tres dígitos, o incluso en dos, ocupar una alcaldía o una concejalía no está pagado, literalmente, y esta ocupación se suma a las obligaciones de otro trabajo. Y al cargo público le toca hacer lo que sea necesario en cada momento, con el añadido de que los ciudadanos le pueden plantear sus demandas al verle en la calle o yendo directamente a su casa.

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