Tiene poco más de 50 años de historia, pero este año pasará a formar parte del evento deportivo más longevo del mundo, los Juegos Olímpicos. Con raíces en la contracultura y la cultura urbana del hip-hop estadounidense de las comunidades afroamericanas y latinas de los años 70, el breaking fue tomando forma hasta convertirse en la disciplina artística que es hoy. Con el paso de los años, las animadas fiestas callejeras del barrio neoyorquino del Bronx dieron paso en los años 90 a las primeras competiciones y este verano llenarán este viernes y este sábado la prestigiosa Plaza de La Concordia parisina.
«En los últimos dos años hemos estado expuestos a una realidad completamente distinta. Hemos ganado una estructura deportiva que no habíamos tenido nunca hasta ahora. Entrenadores, entrenamientos, fisios, nutricionistas… Hemos vivido la transición de ser una disciplina mayormente cultural a ser una disciplina deportiva. Ha sido un salto enorme que obviamente ha traído consigo muchísima presión y trabajo», explica el bailarín Kid Karam.
El breaking se distingue fácilmente de otros estilos de baile, ya que gran parte de la danza tiene lugar en el suelo, y consta de una serie de movimientos básicos, llamados foundations sobre los que los ‘breakers’ o ‘B-Boys’ y ‘B-Girls’ desarrollan nuevos movimientos. Estos movimientos básicos, cuyos nombres se han designado en terminología inglesa y la mayoría no tienen traducciones oficiales, son los ‘Top Rock’ (movimientos de pie), ‘Go Downs’ (movimientos para bajar al suelo), ‘Footwork’ (movimientos de pies en los que el apoyo en el suelo son las manos), ‘Freezes’ (movimientos congelados), Transiciones y ‘Power Moves’ (movimientos giratorios) a los que podemos añadir los ‘Flips'(avrobacias y saltos) y los ‘Tricks’ (movimientos personalizados).
‘Power moves’
La competición de break en los Juegos estará dividida en dos eventos, uno para hombres y otro para mujeres, donde 16 B-Boys y 16 B-Girls se enfrentarán en espectaculares batallas en solitario, o «conversaciones», como les gusta llamarle a los duelos. Los atletas utilizarán una combinación de ‘power moves’ mientras adaptan su estilo e improvisan al ritmo de las pistas que un DJ seleccionará para ellos en riguroso directo. Desde que el breaking hiciera su exitoso debut en los Juegos Olímpicos Jóvenes de Verano en Buenos Aires en 2018, poco después fue añadido al programa olímpico de París 2024 como un nuevo deporte.
«Los jueces tratarán de puntuar lo más objetivamente cada actuación en función de cinco criterios, pero en el fondo es muy subjetivo», explica Sheyen Gamboa, periodista especializada en breaking y hiphop. Y es que, la ejecución, originalidad, técnica, musicalidad y vocabulario son criterios que en el fondo, cada juez puede valorar de formas muy distintas. «Al final es una disciplina muy difícil de juzgar. Mi musicalidad o mi ‘performance’ puede ser valorada de forma muy distinta por dos personas. La clave es ser la mejor versión de ti mismo siempre, sin obcecarte en los criterios de los jueces», afirma el B-Boy británico.
La importancia de la originalidad
Algo que sí es muy importante en esta disciplina, como en cualquier otro arte, es la originalidad. Copiar un paso, en el breaking, es un pecado capital. «Existe una norma entre nosotros en la que si alguien te copia un paso, queda automáticamente señalado. Está muy mal visto», afirma el B-Boy holandés que competirá este año en los JJOO, Menno van Gorp. De ahí, se desprende la importancia de las ‘signature’ o movimientos propios de cada breaker. «Es clave poder explicar tu propia historia, marcar tu personalidad en cada baile. hay muchos estilos distintos dentro del breaking», afirma el B-boy holandés.
Por otro lado, la música en esta disciplina juega igualmente un papel fundamental. En la competición, los bailarines no conocen la música antes de salir al escenario y es, por tanto, su capacidad de improvisación la que toma el papel protagonista en cada actuación.