«No quiero ver una piragua a menos de 50 kilómetros de distancia. Ahora lo que quiero es hacer cosas de un padre normal«. No son las declaraciones, por humildes y desnudas de épica, las que diría un oficinista sobre su ordenador el día antes de coger vacaciones, que uno espera de quien se acaba de convertir en el máximo medallista de la historia de España en los Juegos Olímpicos. Pero es que Saúl Craviotto es así. Un tipo al que, como contaba este diario, no le importa que por la calle le conozcan más por haber ganado Masterchef que por sus incomparables logros en el piragüismo: «Lo que me gustaría que quedara de mi legado es que he sido un tío constante y luchador. Y ya está».

Fuente