«Mi padres vinieron un año de vacaciones, y les gustó tanto que se acabaron quedando». Así relata Viviana Marton la razón de su origen tinerfeño. De aquel amor a primera vista de la pareja húngara hace ya dos décadas. Un cambio de residencia que, al poco tiempo, en concreto en 2006, trajo aparejado el nacimiento de dos gemelas llamativamente rubias: Viviana y Luana, que fueron creciendo primero en El Médano, y más tarde en Las Chafiras y Los Abrigos.
Tras probar en varios deportes, el taekwondo fue la modalidad que convenció a las pequeñas. Fue en 2013, en la Escuela Municipal de Taekwondo de Granadilla de Abona, coordinada en ese momento por el Taebek de Domingo Delgado. «Enseguida se federaron por el club y rápidamente pasaron a formar parte del equipo de competición», recuerda el maestro del gimnasio sureño. «Destacaron desde un primer momento, siempre fueron especiales por su disciplina y ganas de entrenar», recuerda Delgado de dos niñas que despuntaron muy pronto.
Primero a nivel local, luego regional y, no mucho después, en un ámbito nacional dentro de diferentes categorías de formación. Esa impronta no pasó desapercibida para Jesús Ramal, el coach de la plata en Tokio 2020, Adriana Cerezo. «Las conocimos cuando vinimos a Tenerife a dar un seminario, en 2016», relata el entrenador del club madrileño, que no imaginaba el ofrecimiento que recibiría al poco tiempo de producirse ese primer contacto que también dejó prendadas a las gemelas y a sus progenitores.
Esa valentía que tuvieron en su día Zslot Marton y Barbara Kiss para empezar a hacer vida en Tenerife, la quisieron también para sus hijas. «Los padres empezaron a maquinar el plan de poder traer a las niñas a Madrid a entrenar con nosotros. Y a los dos años, aparecieron. Nos llamó el padre por teléfono y nos dijo: Ya tenemos todo organizado, vamos para allá».
Un giro vital que llevó «a toda la familia» Marton a Madrid con el fin de que «las niñas», en ese momento con solo 12 años, «tuvieran mayores oportunidades de preparación». Esa mudanza «fue una apuesta difícil y muy arriesgada», recuerda Ramal sobre «personas que no son de un elevado poder económico». «Lo hicieron por un sueño y con el lema todo o nada», añade el coach confirmando esas sensaciones que ya tuvo su primer maestro. «Su familia siempre las apoyó desde el primer momento», rememora Domingo Delgado.
Asentadas ya en la capital tras sus 12 primeros años de vida en diferentes núcleos del Sur de Tenerife, el disponer del pasaporte húngaro desde un primer momento ha hecho posible que el sueño olímpico, al menos para Viviana, no haya tenido tantas puertas que abrir para convertirse en realidad. «Además de ser mi nacionalidad, Hungría nos daba más facilidades para realizar nuestro camino y de trabajar como queríamos. Nos daban esa libertad», aclara Vivi, que se ha centrado ahora en la categoría de -67 kilos.
Esa posibilidad de caminar sin un sendero prefijado redobló los resultados de Viviana, que en 2023 ya avisó en el panorama continental haciéndose con el título europeo, tanto en categoría júnior como en U21. Crecimiento sin freno que se terminó de confirmar el pasado mes de marzo en Sofía (Bulgaria). Allí, con motivo del Preolímpico, Vivi ganó todos sus combates y sacó su plaza para los Juegos de París. «Va a ser una experiencia enorme. Soy la primera mujer húngara en el taekwondo y ya siento que he hecho historia. Estoy muy orgullosa de todo el trabajo que hemos realizado», señalaba estos días mientras apuraba su preparación en su isla natal.
Serán las primeras Olimpiadas para una de las Marton. A ellas llega habiendo ganado 15 de los 18 combates que ha afrontado en lo que va de año, un registro que se traduce en tres oros y una plata dentro de las siete competiciones en las que ha participado. La bisoñez en el torneo de los cinco aros y estar ranqueada en el puesto 18 a nivel mundial podrían hacer entender que el simple hecho de estar presente en el Grand Palais ya dejará a Vivi más que satisfecha. Pero la tinerfeña quiere más. Mucho más.
Quizá sea por estar contagiada del mismo virus de la ambición que padece Adriana Cerezo. «Obviamente esa confianza que ella tiene la transmite muy bien, y también lo hace conmigo», reconoce Vivi, ferviente admiradora de la plata de Tokio 2020 y compañera de club, a la que considera «la mejor del mundo». «Entrenar con ella es fantástico; siempre te saca lo mejor y te hace trabajar al cien por cien en cada sesión. Si ganara una medalla, una parte sería de ella», recalca con una sonrisa.
Y es precisamente Cerezo es el mejor espejo en el que se puede reflejar Vivi. No solo en el día a día, sino también para pensar en el podio de sus primeros Juegos. «Ella está muy mentalizada de ir a por todas. Y nosotros pensamos que la puede liar, y hacer lo que hizo Adriana en Tokio», verbaliza su entrenadora, la finesa Suvi Mikkonen y mano derecha de Jesús Ramal en el Hankuk. «Adriana ya le marcó el ejemplo de cómo hay que hacer las cosas. Y vamos a por todas», insiste la preparadora nórdica afincada en San Sebastián de los Reyes.
Esa ambición desde la silla también la comparte la propia Marton con un desparpajo que bien podría firmar la misma Cerezo. «¿Presión? No hay presión. Yo voy a hacer mi trabajo y mi objetivo es el oro. Estoy entrenando cada día para conseguir ese sueño que es ganar esa medalla. Haremos nuestro trabajo para sacar lo máximo de nosotras», responde la deportista tinerfeña al ser cuestionada por los supuestos nervios del estreno.
Salvo sorpresas, Vivi se medirá de entrada a la representante de Costa de Marfil, antes de unos hipotéticos cruces, «seguramente frente a la francesa y luego la belga». «Si hacemos lo que podemos hacer nadie nos podrá aguantar», comenta con firmeza. Aseveración sustentada en su estilo sobre el tatami. Un taekwondo de «mucha potencia y fuerza». Casi un huracán. Y quizá por ello, «y pese a no estar en los pronósticos», su entrenador revela que «las favoritas no la quieren a ella en su lado del cuadro». «Saben que es fuerte, que irá a tope y no se va a rendir», añade Mikkonen.
Su entrag innata, ese deseo de ganar, todo lo que se le pegado de Adriana Cerezo, lo que ha perfeccionado estos años en el Hankuk, y esa sensación «de que está disfrutando en cada entreno», hacen de Viviana Marton una tapada para las medallas en -67 kilos. Si la gemela acaba colgándose la presea, en el medallero se le sumará a Hungría, pero Tenerife también podrá presumir de un cachito de metal.
«Podríamos darnos el cambiazo, pero…»
Lejos de ser Viviana la más aventajada de las Marton, Luana también puede presumir de ser top. De hecho, la otra hermana es la vigente campeona del Mundo absoluta en -57 kilos, entorchado logrado el pasado año en Baku. En su hoja de servicios añade, entre otros, sendos títulos continentales U21 en 2022 y 2023, y una plata en los Juegos Europeos 2023. Una derrota en el combate clave dejó a Luana sin estar en los Juegos. Aunque ella también estará en París apoyando a su hermana. «Esta conmigo en todos los lados», señala Vivi, que estos días tendrá a la mejor sparring posible. «Las dos son muy iguales y a la vez muy distintas. Cada una tiene sus cosas, pero son buenísimas y van como un tiro», señala una orgullosa Mikkonen. ¿Y qué opina la taekwondista sobre quién es mejor? «Las dos, siempre decimos lo mismo», responde Vivi de forma salomónica. «Es verdad que Lua es diferente a mí. Yo soy más de fuerza, y ella es más de técnica y táctica; usa más la inteligencia. Somos muy distintas, pero muy complicadas», puntualiza.
Sin expresarlo abiertamente, pero sí entre líneas, la finesa y Jesús Ramal se lamentan de no haber tenido algo más de margen –aquel del que sí gozaron con Cerezo en Tokio 2020– para poder hacer un Marton al cuadrado en París 2024. «Únicamente tuvieron un año para demostrar al salir de júnior. En ese tiempo Luana llegó a ser campeona del Mundo, y se colocó séptima en el ránking, cuando solo seis se metían de forma directa». Aunque solo compita una de ellas, estos días volverán a ser inseparables. Inseparables y casi indistinguibles. En el Mundial hace un año ya confundieron a Vivi con Luana. ¿Maquinarán las Marton algún cambiazo en Francia en medio de sus combates? «Se podría…», afirma entre risas Vivi. «Pero creo que no va a pasar», deja claro la tinerfeña.