«San Juan es muy bonito por las casas de colores, pero es muy incómodo para vivir, sobre todo cuando ya vas teniendo una edad. Todo son subidas y bajadas, pendientes y muchas, muchas escaleras», comenta María González, vecina del barrio y quien hace pocos meses sufrió una caída bajando uno de sus interminables tramos.
Ayer llegaba apoyada en su muleta para conocer el funcionamiento de la nueva silla oruga solicitada por la asociación de vecinos Artemi y que ha sido subvencionada por el Cabildo insular. Con un coste de 3.500 euros y con capacidad para soportar hasta 160 kilos de peso, esta silla salvaescaleras facilitará los desplazamientos de las personas con dificultades de movilidad que viven en el barrio.
«Tuve una caída hace meses bajando las escaleras y me dañé la rodilla. Me pusieron clavos y he ido mejorando, pero aún me queda para rato», continúa explicando María después de ser la primera en probarla. «Es cómoda y viene muy bien al barrio porque hay personas a las que el transporte público no les llega hasta su calle, mucho menos hasta la puerta de su casa, por ejemplo los taxis, y se ven sin poder salir a coger aire ni dar un paseito», añade.
Caminar por las calles de San Juan se convierte para muchos en una suerte de paseo de obstáculos. Paco Medina es otro vecino agradecido con la iniciativa. «Estoy operado de la cadera y no puedo ni bajar por estas calles porque me resiento todo», dice. «Cuando te operan de esto te advierten que evites las escaleras, pero viviendo aquí es lo que tiene, estas cuestas me vienen muy mal», añade. Además, detalla que necesidades básicas como traer la compra del supermercado tienen «que hacerlo poco a poco» ellos mismos porque «los coches de las tiendas tampoco entran hasta aquí».
Un barrio con iniciativa
Callejones estrechos y pendientes con inclinaciones de vértigo. Para sortear esas barreras, los vecinos plantearon la compra de una silla oruga, que se diferencia de la de los servicios sanitarios en que tiene un motor eléctrico y un sistema de tracción que combina las ruedas para desplazarse en llano, las cuales son mayores que las habituales para que el paseo por las calles empedradas sea más confortable. El presidente de la asociación vecinal Artemi, Antonio Marrero, explicó que uno de los residentes la vio por primera vez en La Gomera. «Cuando volvió del viaje, nos lo comentó como una alternativa que plantear a las autoridades», dijo.
De hecho, el vicepresidente del Cabildo, Augusto Hidalgo, elogió la iniciativa. «No es la primera fórmula exitosa que ha establecido este barrio, también plantearon cuando yo era alcalde los hidrantes -puntos de abastecimiento de agua para extinción de incendios instaladas en las esquinas de las calles para uso de los bomberos si fuera necesario- que ni siquiera a los técnicos municipales se les había ocurrido, y que se han exportado a otros barrios», subrayó.
Así como entonces los hidrantes se llevaron a San Roque o San Nicolás, la idea de la silla oruga podría trasladarse también a esos barrios, al igual que a Salto del Negro o Pedro Hidalgo. Sin embargo, Hidalgo matizó que «requiere de que cuenten con asociaciones de vecinos con capacidad de organización como esta, porque el uso de la silla la gestionarían ellos mismos», aclaró.
‘San Juan Accesible’
En San Juan hay 4.000 personas censadas, «pero es un barrio que ha ido creciendo mucho, con una población cada vez más envejecida que requiere de ayudas como esta», detalló el presidente vecinal Antonio Marrero. Pero añadió que «a la vez está viviendo un fenómeno positivo que es la inmigración y que quieren integrarse». Por eso, dijo, «se está trabajando con una oenegé del barrio que atiende a estas personas y que están dispuestas a prestar su ayuda en esta iniciativa». Marrero aclaró que «no se trata solo de sacar al vecino de su casa, sino de realizar un acompañamiento para que puedan disfrutar de dar un paseo por su barrio».
La asociación Artemi está elaborando un censo de personas que requieren de este servicio «que no pretende sustituir la labor del Servicio Canario de Salud», dijo. «No es para que les lleven al médico, es para que les permita coger aire y hacer actividades de socialización», aclaró.
Para los vecinos es un paso importante porque se encuentran muchas veces con «un límite frontera que es el propio callejón de sus casas, y de ahí no pueden salir». Marrero lamentó que algunos de ellos «no hayan llegado a verlo hecho realidad porque ya han fallecido».
La plataforma vecinal tiene identificadas ya a 10 personas que necesitarían de este servicio, pero están llevando a cabo un censo casa por casa para contar con una lista de posibles usuarios. «De esta manera podremos establecer mejor un calendario y una pautas de uso de cara a septiembre», dijo. Para llevar a cabo esta iniciativa se completaría con la creación de voluntarios. «Muchos de ellos podrían ser sus propios familiares, los primeros interesados también en sacarlos de sus casas», añadió.
Los riscos de San Juan forman parte de la fisonomía urbana de la ciudad, «y como tal requieren de medidas que garanticen su accesibilidad», añadió Augusto Hidalgo. El vicepresidente del Cabildo subrayó que «el uso de la silla oruga no significa que las escaleras mecánicas o los ascensores no funcionen como herramientas para facilitar el acceso a estas personas, de hecho ya hay un ascensor y una escalera que unen San Juan y San José». El problema, dijo, «es que esas soluciones verticales no se pueden poner en todos los sitios por lo intrincado del barrio».
Ascensor descuidado
Aunque el proyecto vecinal contempla ampliar la red de rampas y ascensores que salven las pendientes del barrio, lo cierto es que algunos vecinos se quejaron del mal estado en el que se encuentra el único existente que conecta San Juan con San José.
Victoria Orihuela señala que «cada dos por tres hay que llamar para que vengan a arreglarlo. Al ser automática, desde que la pisas se acelera y mi suegra, que es mayor, se fue para delante y se fracturó la cadera». Esta vecina añade que también hay «mucho incivismo de la gente que la usa, la llenan de pintadas, huele a pis y hasta la utilizan para subir las motos», comentó. Lo que sí echa de menos por parte del Ayuntamiento es limpieza. «No se ve personal del servicio municipal, terminamos siendo los vecinos los que limpiamos el ascensor», destaca.