Para un docente que desea lograr una plaza fija, el camino puede llegar a ser comparable al calvario de Sísifo, un personaje de la mitología griega condenado a empujar constantemente una roca por una colina. Deben esperar por la convocatoria de unas oposiciones, prepararse durante meses o años, sacrificar parte de su vida, gestionar la incertidumbre constante y, al final del camino, competir con centenares o miles de personas que aspiran a lo mismo. Si además el proceso está orientado a reducir la alta interinidad en el sector educativo, que asciende al 40% en las Islas, conseguir la ansiada plaza sin experiencia previa es toda una hazaña.

Fuente