Ömer ha conseguido dar con el hombre que acabó con la vida de Asiye. Lleno de rabia, se ha enfrentado a él con la intención de matarlo con sus propias manos, tal y como juró frente a la tumba de su hermana.

Mientras le propinaba una paliza, Ömer ha cogido un cuchillo, listo para llevar a cabo su venganza. Sin embargo, mientras las sirenas de la policía se acercaban, ha tenido una visión inesperada. Como si la misma Asiye le hablara desde el más allá, ha comprendido que, si actuaba por venganza, dejaría a su hermana menor sola.

En un momento de desesperación, ha dejado caer el cuchillo y ha comenzado a llorar desconsoladamente, sintiéndose culpable por no haber podido proteger a Asiye, pero se ha dado cuenta de que su rabia no iba a traerla de vuelta ni calmar su dolor.

Ömer ha decidido, en nombre del amor que sentía por Asiye, permitir que la justicia haga su trabajo. Al final, ha elegido proteger a Emel y no dejarla sola.

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