Semana de trasiego, aun sin mediar el mes de agosto. Días de ‘fines’ con pocos ‘inicios’ y comienzos. Se nos van los juegos olímpicos dejándonos huérfanos de un sano entretenimiento; ya no veremos grandes gestas, derrotas varias, aplaudidas victorias, alegrías y sufrimientos de los participantes y de sus seguidores. Se acaban, a diferente escala y jugando en otro campo, los C.U.I. Música en Compostela; adiós conferencias y conciertos, risas y gestos de sorpresa ante nuevos talentos, carreras de jóvenes con la lengua fuera para llegar a todo en poco tiempo, profesores que nos han deleitado con su arte y han aportado su sumo saber y conocimiento. Concluyó asimismo el período de estancia de la exposición Tesoros Reales; tocó desmontar piezas y vaciar vitrinas, recoger cálices, cuadros, estolas y otras preciadas vestimentas, embalar cientos de piezas, cargar miles de cajas y hacer balance de esta inolvidable experiencia.
Semana también con gran encanto a pesar de esos y otros lógicos lamentos. Tengo el ojo puesto en la celebración de la fiesta de una mujer que brilla con luz propia en el firmamento: Edith Stein (Breslavia, 1891-Auschwitz, 1942), conversa al catolicismo con treinta años cumplidos y una larga trayectoria personal e intelectual vividas con pasión, profundidad y no poco estoicismo. Poliédrica figura convertida en icono feminista, docta filósofa y sabia doctora, mujer insaciable como un pozo sin fondo. Mártir de la II Guerra Mundial por su condición de judía, como muchos otros que han muerto en tan gran genocidio.
Se cumplen ahora 25 años de su nombramiento como copatrona de Europa, junto a Benito de Nursia (s. VI), Cirilo y Metodio (s. IX), Catalina de Siena (s. XIV) y Brígida de Suecia (s. XIV). Mujeres y hombres sobresalientes en diferentes frentes y bondades dispares, que son embajadores de valores singulares.
Son personas que no han conocido, ni de lejos creían que podría existir nunca, la inteligencia artificial, con su ChatGPT que a algunos ya tanto les ayuda en la vida real. Se está convirtiendo en algo cotidiano, aunque a muchos les de miedo entrar. Soy de esas que, en cuanto veo que se ponen a hablar de ella, me echo a temblar. Me pasó hace unos días; fue en medio de una conversación distendida entre dos químicos en un encuentro informal. Uno decía que estaba comenzando a conocer sus ventajas y el otro que las alababa porque hacía uso de ella para distraerse o para evitar el cálculo mental. Atento a la charla estaba un tercero que, según escuchaba todo eso, más se decantaba por seguir al margen de estas novedades. Era músico y abogaba por el retorno de la enseñanza del trívium y del quadrivium como pilares de una formación sólida, amplia y completa. A la larga veremos en qué queda lo que ahora todavía es un problema.
Entre tanto, a él y a quienes gusten por su cuenta reflexionar, les dejo una cita de Stein como propuesta: «Nuestro ser y nuestra vida se nos plantean como problema. No podemos pasar de largo en la cuestión de qué es lo que somos y debemos ser. Y no sólo la inteligencia reflexiva nos lleva a plantearnos la cuestión, la vida misma ha convertido nuestra vida en problema».
Bajando a realidades más mundanas, en recuentos y cifras andamos reparando tras saber el número de parados al inicio de este verano. Una vez más clama al cielo el resultado. Bueno es hacer gestiones para salir de ese agujero negro, pero ¿por qué no acudir también a la mediación del santo que hoy celebramos?: san Cayetano, patrón de los desempleados y de los que con ahínco buscan trabajo. Él no precisa listado de habilidades ni mención de títulos académicos. Solo un ruego, fe ciega y paciencia, habiendo previamente puesto los medios, como están haciendo nuestros olímpicos jugadores en la ciudad del Sena.