Tim Walz no estaba aparentemente entre los favoritos para convertirse en el candidato a la vicepresidencia de Kamala Harris. No procede de ninguno de los estados que decidirán las elecciones en noviembre, a diferencia de Josh Shapiro (gobernador de Pensilvania) o Mark Kelly (senador de Arizona), ni era particularmente conocido hasta hace unos días. Pero hace ahora justo dos semanas, su estrella empezó a cambiar. En una entrevista en el influyente programa matutino ‘Morninig Joe’, Walz argumentó que han sido las políticas republicanas las que han destruido la supuestamente idílica América rural de los pequeños pueblos. “No nos gusta lo que está pasando. No puedes ir siquiera a una cena de Acción de Gracias con tu tío porque acabas innecesariamente en una extraña pelea”, dijo arrancando una sonrisa al presentador. “Es verdad, esta gente son sencillamente raros”, apostilló.
Sin darse cuenta, Waltz había encontrado oro al colgarle a Donald Trump, su número dos J.D. Vance y el cuñado republicano de turno la etiqueta de ‘weird’, un término coloquial que puede traducirse como raro, extraño, anormal. Su descripción no tardó en hacerse viral y dar pie a una cascada de memes hasta colarse entre la artillería pesada de los demócratas como una de sus líneas de ataque más empleadas desde entonces, también por Harris. Ni “amenaza existencial para la democracia” ni otras filigranas de corte intelectual. Todo el mundo entiende lo que significa un tipo raro y de paso le quita gravedad a Trump en un contexto de política contaminada por la sobrecarga de emociones.
Es una de las virtudes del gobernador de Minnesota, su campechanía y cercanía al estadounidense común. Su atípica normalidad entre una clase política saturada de millonarios, activistas de todo signo y políticos salidos de las cunas universitarias más elitistas. Pero también su capacidad para ganar elecciones en zonas rurales blancas y conservadoras. Sus credenciales militares y sus años abogando por los derechos de los veteranos en el Congreso. O su experiencia en Minnesota gobernando durante su primer mandato sin el control del Parlamento, el mismo escenario que podría encontrarse en Washington si los demócratas ganan las elecciones.
Orígenes rurales de clase media
Walz proviene de los Estados Invisibles de América. Nació en West Point (Nebraska) en 1964, un pueblo de apenas 3.500 habitantes. Se crio en la granja familiar y acabó el bachillerato en un villorrio todavía más pequeño de 400 habitantes. Como muchos de su generación, se enroló en la Guardia Nacional para obtener ayudas para el estudio y se licenció en Ciencias Sociales en una universidad pública. Al acabar, pasó un año enseñando en China y, a la vuelta, conoció a su mujer, también profesora, en Nebraska. Ya casado con Gwen Whipple, la pareja se mudó a Minnesota, el estado de ella.
En Mankato, una pequeña ciudad del sur del estado, compaginó la docencia en geografía con el cargó de entrenador del equipo de fútbol americano de su instituto. Y siguió periódicamente sirviendo como voluntario en la Guardia Nacional, en la que estuvo casi un cuarto de siglo. Ya cumplidos los 40 años dio el salto a la política, tras involucrarse inicialmente como voluntario en la fallida campaña del demócrata John Kerry en 2004. Dos años después obtuvo un escaño como diputado en el Congreso, donde se dedicó durante más de una década a dar batalla por los veteranos y dejó un historial híbrido de votos en la Cámara de Representantes. “Una mezcla de posturas progresistas y afines a los sindicatos, pero conservadoras en los temas culturales”, según ‘The New York Times’.
Antiguo aliado del lobi de las armas
No en vano, fue durante muchos años un aliado de cabecera de la Asociación Nacional del Rifle, hasta que el tiroteo en el instituto de Parkland (Florida) en 2018, le llevó a replantearse sus posiciones y legislar contra las armas durante su época como gobernador, iniciada un año después. Minnesota ha votado demócrata en todas las presidenciales desde 1976, pese a ser un estado culturalmente conservador, la patria chica de Bob Dylan, Prince y The Replacements.
Como gobernador fue muy criticado por los republicanos por su lenta respuesta a los disturbios que siguieron al asesinato de George Floyd en Minneapolis o las estrictas restricciones que aplicó durante la pandemia. Pero la ciudadanía no le castigó cuatro años después. Y ya con el control del Parlamento dio rienda suelta a una larga lista de políticas progresistas, desde protecciones al aborto y los transexuales, a desayunos gratuitos en las escuelas, un mayor control de armas o permisos para que los inmigrantes irregulares puedan sacarse el carné de conducir.
Ese historial complicará los esfuerzos de Harris para defenderse de los ataques republicanos, que la han descrito como una “radical de izquierdas”. Pero Walz parece saber cómo defenderse. “Los niños están comiendo y yendo a clase con el estómago lleno para que puedan aprender. ¡Vaya monstruo”, le dijo irónicamente a la CNN al ser preguntado por sus comedores públicos en las escuelas y las potenciales críticas republicanas.