Cuando el protector de un agresor sexual y policial (nunca debemos olvidarnos de lo que perpetró con recursos públicos), que ocupa la vicepresidencia del Gobierno balear, afirma, prepotente, con la ausencia de escrúpulos acostumbrada, que la amnistía urbanística «tiene solidez técnica», se ha de concluir que la norma carece de lo que Antoni Costa alardea. La denominan «simplificación administrativa», subterfugio lingüístico que solo engaña a los que pretenden ser engañados; complace a los que se pasaron la legalidad por salvada sea la parte. Y es que, aunque cueste creerlo, estamos ante una barrabasada pensada, cómo no iba a establecerla el PP del convoluto de Campos instalado en el Ejecutivo regional, para que se imponga la barra libre urbanística. La amnistía para las cientos y cientos de ilegalidades que proliferan en el suelo rústico de Mallorca, las que están esquilmando el territorio con impunidad, sin que los poderes públicos, a la vista está, cumpla con su obligación de impedirlo. Costa dice que en el Gobierno balear hay «absoluta tranquilidad» en cuanto a la mencionada «solidez» del decreto ley de simplificación administrativa. Mentira. No hay tranquilidad ni en Marga Prohens ni en Antoni Costa ni en todos los que están delante y detrás de la aberración que se trata de consolidar. Y no la hay porque si el Tribunal Constitucional (TC) se adentra en el asunto, la «simplificación» (descojonémos de la definición, no es para menos) quedará paralizada a la espera de que en un futuro muy, muy lejano entre a analizar su adecuación o no a la Constitución de 1978, la que se invoca a beneficio de inventario.
Antoni Costa afirma que se están lanzando desde la oposición mensajes de «miedo», anticipando que sus posibles recursos «no tienen el más mínimo recorrido». Otra falsedad, puesto que no está en disposición de saberlo. El pizpireto vicepresidente (remedo regional de Pablo Casado), que sepamos, carece de hilo directo con el TC. También exige que se dejen de poner «palos en las ruedas». ¿En qué ruedas? ¿En las que dan vía libre a legalizar lo que debería de ser siempre punible? ¿A las que suponen descomunal agravio comparativo con quienes sí han cumplido en todo momento la legalidad? Costa llega hasta lugares imposibles de acceder para un político con ciertas dosis de decencia.
Acotación sorprendida.- La reforma integral de la plaza de Es Mercat confronta alguna dificultad. ARCA se la está cogiendo con papel de fumar. Expliquémoslo: no quiere que se desplace unos metros el conjunto escultórico del arquitecto Gaspar Bennazar que honra la memoria del gran estadista mallorquín (siete veces presidente del Consejo de Ministros en las primeras décadas del pasado siglo) Antonio Maura. Se opone porque Bennazar lo situó en el lugar en el que se halla. Cort proyecta desplazarlo unos metros para evitar problemas con el ficus, árbol catalogado, que ya dio serio trastorno. La entidad proteccionista hila excesivamente fino. Recuerda a los fanáticos de las purezas imposibles que exigen que nada se haga para nada estropear con lo que todo acaba dañado. Y sorprende tanta finura en ARCA cuando fue la directa responsable, con demanda judicial, que permitió actuar a un juez de raigambre familiar franquista en la Judicatura (dos antecesores presidiendo el ominoso Tribunal de Orden Público de la dictadura) bloqueando que se demoliera el denigrante pedrusco fascista de sa Feixina, el mismo en el que la ralea ultraderechista y fascista protagoniza sus aquelarres. Peculiar ARCA, a veces dotada de inmensas tragaderas, otras dando muestra de paladar tan fino que mejor no abrir la boca.
Suscríbete para seguir leyendo