El conflicto político venezolano y sus aristas laberínticas ponen por estas horas a prueba el liderazgo regional de Luiz Inacio Lula da Silva. El presidente brasileño empeña parte su capital político en una resolución de la crisis que enfrenta en trincheras irreconciliables al Gobierno y la oposición venezolanas como consecuencia de la cuestionada victoria en las urnas de Nicolás Maduro. Lula, junto con sus colegas de México y Colombia, Andrés Manuel López Obrador y Gustavo Petro, reclamaron días atrás la publicación «expedita» de los «datos desglosados de las elecciones». Sostuvieron que «el principio fundamental de la soberanía popular debe ser respetado mediante la verificación imparcial de los resultados». Consideraron además que «las controversias» deben ser «dirimidas por la vía institucional» y sin injerencias. Los tres países expresaron a su vez la «disposición para apoyar los esfuerzos de diálogo y búsqueda de acuerdos que beneficien al pueblo venezolano». Pero Lula ha querido sumar al esfuerzo de los Gobiernos progresistas a Chile y con ese propósito aterrizó en Santiago para entrevistarse con su homólogo Gabriel Boric.
Brasil siempre ha tenido una mirada preferencial de Chile a partir de lo que se conoció décadas atrás como el triángulo ABC, del cual se ha autoexcluido la Argentina desde que es gobernada por el ultraderechista, Javier Milei. Para Lula, el agravamiento de la crisis venezolana puede provocar en Latinoamérica graves consecuencias, una de ellas el aumento del éxodo, como acaba de advertirlo la expresidenta chilena, Michelle Bachelet. Chile y Brasil comparten un problema común: cada uno de los países ha recibido medio millón de migrantes de los más de siete millones que abandonaron previamente el país.
Los esfuerzos de encauzar un diferendo tan hondo entre el madurismo y aquellos que sostienen que el ganador de las elecciones ha sido Edmundo González Urrutia supone para un hábil negociador como Lula un desafío que, además, tiene un costo interno: los opositores en Brasil están cerca de perder la paciencia por la tolerancia del presidente hacia Maduro. La voz cantante de esos reclamos no es cualquiera: la encabeza el partido de Jair Bolsonaro
Con estos precedentes, Lula hizo pie en Santiago, donde Boric ya había deslizado palabras muy duras hacia Maduro por la renuencia del Consejo Nacional Electoral (CNE) a presentar las actas que validen su triunfo el pasado 28 de julio. Chile ha resuelto acompañar a Brasil, Colombia y México e incluso ofreció sus buenos oficios para contribuir a una salida del pantano político.
Cautela de Estados Unidos
Lula parece estar más cerca del fracaso que del éxito en su misión. Por ahora ha logrado que Estados Unidos no dé cerrada por completo una vía de negociación. Aunque Washington ha respaldado a González Urrutia lo hizo sin cerrarse por completo a una sigilosa exploración de negociaciones que permitan evitar lo peor. «Todavía no estamos en ese punto (de reconocer a González Urrutia como presidente). Estamos en estrecho contacto con nuestros socios en la región, especialmente Brasil, México y Colombia, para encontrar un camino a seguir», dijo el lunes por la noche el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller.
Sin embargo, los márgenes de acción se estrechan para Lula por la decisión del Palacio de Miraflores de radicalizarse. «Nuestros ideales convergen en la defensa intransigente de la democracia. Por eso me complació invitar al Presidente Boric a la reunión de líderes democráticos contra el extremismo que Pedro Sánchez y yo organizaremos en Nueva York en el marco de la Asamblea General de la ONU», dijo en el Palacio de La Moneda. «También expliqué las iniciativas que he emprendido con los ´presidentes Gustavo Petro y López Obrador en relación con el proceso político venezolano». Y remarcó: «el respeto a la soberanía popular es lo que nos mueve a defender la transparencia de los resultados. El compromiso con la paz es lo que nos impulsa a llamar a las partes al diálogo y a promover el entendimiento entre el gobierno y la oposición».
Escaso margen de acción
Si bien Boric comparte esa hoja de ruta, no dejó de expresar su perplejidad por el anuncio del fiscal Tarek William Saab de investigar a González Urrutia y María Corina Machado por haber promovido las protestas que provocaron al menos 11 muertos y más de 2000 detenidos y llamar a los militares a la «insurrección» contra el presidente proclamado por el CME. «Ahora el régimen de Maduro anuncia persecución penal contra González y Machado, mientras reprimen a su propio pueblo que exige se respete su voluntad expresada democráticamente. Abogamos por el respeto a los derechos humanos de manifestantes y de los dirigentes de la oposición».
Bachelet señaló que «hay gente que ha planteado que Naciones Unidas puede jugar un rol» en la crisis venezolana y que ese sería «uno de los temas» a tratar ente Lula y Boric. Por lo pronto, 30 expresidentes de centro y derechas de América Latina y España le pidieron a Lula que adopte una postura más enfática frente a Maduro. El argentino Maurício Macri; los colombianos Álvaro Uribe e Iván Duque, el mexicano Vicente Fox, el ecuatoriano Guillermo Lasso y el boliviano Carlos Mesa consideraron que el brasileño debe «reafirmar» frente al Palacio de Miraflores «su compromiso indiscutible con la democracia y la libertad». El documento es taxativo: «lo que está ocurriendo es un escándalo. Todos los gobiernos americanos y europeos lo saben».
Maduro contra WhatsApp
Indiferente a las conversaciones que tienen lugar más allá de las fronteras venezolanas, el madurismo despotrica contra los que considera a estas alturas exaliados devenidos «cobardes», como señaló Diodado Cabello, el número dos del Gobierno, en relación no solo a sus vecinos sino a la expresidente Cristina Fernández de Kirchner, quien el pasado sábado pidió, en honor al «legado» de Hugo Chávez, hacer públicas las actas electorales.
El CNE entregó a la sala electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) un documento donde consigna esos documentos. La máxima instancia judicial instó a todos los partidos que compitieron en la contienda a hacer lo mismo tras un recurso presentado por Maduro.
El mandatario reunió este lunes a la juventud del Partido Socialista Unido (PSUV) pare pedirles expresamente que no se dejen engañar por los cantos de sirena del progresismo latinoamericano. Venezuela, dijo, enfrenta un «ciber intento de golpe de Estado». Denunció a su vez que los ataques externos no han apuntado solamente contra el servicio informático del CNE, sino que provienen de WhatsApp, a través de la cual son amenazados militares, policías, líderes comunitarios «y los que no apoyan al fascismo». Maduro pidió a la militancia del PSUV un abandono progresivo de ese servicio de mensajería y utilizar Telegram o WeChat. En su programa televisivo de los lunes anunció una ruptura de «relaciones» con las plataformas de Meta. «Voy a eliminar WhatsApp de mi teléfono para siempre. Le decimos vete al carajo».