El deporte, a veces, es muy cruel e injusto, y hoy ha sido un día en el que el destino se ha cebado de lleno con Carolina Marín. La jugadora de bádminton ya padeció una lesión de rodilla que le hizo perderse los juegos de Tokio 2020, y tras un largo proceso de recuperación y de muchísimo trabajo, ha sido capaz de estar a un altísimo nivel en París 2024, protagonizando una senda hacia el oro que parecía completamente imparable, ganando a todas sus contrincantes con gran contundencia. Sin embargo, la pesadilla ha reaparecido, y cuando el marcador estaba a su favor por 10-5 en el segundo set, tras haber ganado el primero y con todo de cara para meterse en la final, la onubense se ha vuelto a romper.

Misma lesión. Rodilla derecha que se dobla mal tras un desafortunado apoyo y hace que la atleta se vaya al suelo con mucho dolor. Su entrenador y las asistencias se acercan rápidamente. El panorama pinta mal, pero con el espíritu de lucha que siempre le ha caracterizado, Carolina intenta volver al partido para seguir jugando. En el siguiente punto se confirma lo peor: no puede seguir y rompe a llorar en el suelo de la pista, ante la desolación de los espectadores, que se funden en un atronador aplauso para apoyar a la que se ha hecho un hueco entre los más grandes nombres del deporte español.

La onubense tenía el partido a tiro. Había ganado el primer set con solvencia ante He Bing Jiao (China) e iba ganando el segundo por 10-5. Once puntos la separaban de meterse en la final, con lo que aseguraría, al menos, la medalla de plata para su palmarés y para el casillero español en los Juegos. La superioridad de la española fue patente durante todo el encuentro, ante una contrincante que, en ocho enfrentamientos, solo pudo derrocar a Marín en dos ocasiones. 21-14 en el primer set, y la ilusión intacta en una manga en la que Jiao no pudo contener a la campeona de Río 2016.


Las sensaciones eran inevitables. Marín llevaba siendo un huracán toda la campaña olímpica, y era una de las opciones más claras de España para ganar una medalla de oro. Tormenta perfecta, hasta que todo se paró

 

Tras un golpeo aéreo en escorzo, Carolina aterrizó mal, con un gesto errático, en el que se puede ver cómo la rodilla derecha se le retrae en una postura extraña. Cayó al suelo y sus gritos de dolor resonaron en todo el pabellón, ante un público que no daba crédito a lo que estaba ocurriendo. Había vuelto a ocurrir: el inoportunismo de una lesión privando a una leyenda de engrosar aún más su ya histórico palmarés. La española, entre lágrimas, se puso una rodillera e intentó volver a medirse a la china, pero no fue posible. Un par de gestos fueron suficientes para saber que no podía continuar.

 

El momento de forma de la onubense era espectacular, sin rival en ninguno de sus enfrentamientos previos y con un galope hacia el oro incontestable. A la espera del parte médico, la gravedad de la lesión, los gestos de dolor y las lágrimas de la deportista parecen apuntar a que tampoco podrá estar en la pelea por el bronce, programada para este lunes.

Al retirarse del partido, le ofrecieron una silla de ruedas para salir más cómodamente del recinto. Sin embargo, se negó a aceptarla y quiso salir por su propio pie, pidiendo perdón por lo ocurrido y recibiendo una espectacular ovación del público. He Bing Jiao, en rueda de prensa, fue incapaz de contener las lágrimas por lo ocurrido, y desveló que Carolina le había mandado apoyo y buenos deseos para el partido. La jugadora china estará en la final, pero con un inevitable amargo sabor tras el desenlace de la semifinal.

 

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