Hubo un momento en que Marbella era un pueblo costero más, no tenía nada de especial. Un tiempo tan lejano que apenas hay testigos vivos de esa época. O, al menos, que conserven memorias. Todo comenzó a cambiar hace más de 70 años, en la década de 1950, cuando esta localidad malagueña se volvió un oasis en una España en dictadura en la que el gris había borrado los colores. La palabra ‘turismo’ no estaba en el diccionario de un país en el que media población vivía sin conocer el mar. Con una excepción: la clase alta, esa que siempre se mantiene en otro plano. En otra realidad. En una época en la que la pobreza y el hambre copaban las preocupaciones de los mundanos, la élite buscaba con ansia un sitio donde pasar los veranos. Sus deseos se cumplieron gracias a un noble germano-español y tomaron la forma de un hotel: el Marbella Club.

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