A apenas unas horas del inicio de los Juegos Olímpicos de París, una imagen no deja de torturar a la nadadora Valerie Tarazi. Son decenas de cuerpos lanzándose con urgencia al agua. Son sus compatriotas palestinos sumergiéndose en el mar Mediterráneo para recuperar los paquetes de ayuda humanitaria que han caído desde el cielo. «Yo nado para competir, ellos nadan para sobrevivir», dijo en Ramala antes de emprender su viaje hacia la capital francesa. Con esa imagen, repetida centenares de veces en la Franja de Gaza a lo largo de semanas y semanas sin fin alguno, Tarazi se lanzará a la piscina. «Estamos entre los palestinos más afortunados del mundo«, recordó la deportista palestino-estadounidense en referencia también a sus siete compañeros olímpicos. Estos ocho atletas palestinos, venidos de distintos rincones del mundo, compiten en París por algo más que un deporte. Pelean para que nadie olvide el sufrimiento ni la dignidad del pueblo palestino.
«Tenemos la oportunidad de competir, pero a nuestros niños les han quitado ese derecho, no tienen derecho a hacer deporte«, señaló Tarazi. Para los ocho atletas palestinos que competirán en los Juegos, su participación va mucho más allá de las medallas o las marcas personales. Su pueblo, el pueblo de sus padres y sus abuelos lleva casi 10 meses bajo una constante agresión. Más de 39.000 palestinos han muerto en la Franja de Gaza por los ataques israelíes, a la vez que muchos sucumben a la falta de alimentos y atención sanitaria impuesta por el asedio de las autoridades hebreas. «La gente no quiere que los palestinos existan, no quiere que estemos aquí y que practiquemos deportes; por eso, estar aquí es una victoria», declaró el nadador palestino Yazan al Bawwab a Reuters.
Los ocho se reparten en diversos deportes: compiten en atletismo, natación, tiro con arco, taekwondo, judo y boxeo. El taekwondista Omar Ismail consiguió un lugar mediante la clasificación regular, mientras que los otros siete recibieron invitaciones especiales del Comité Olímpico Internacional. Son la viva imagen de la existencia palestina. Y de la resistencia palestina. La mayoría nacieron lejos de su tierra, en Arabia Saudí, Dubai, Alemania, Chile o Estados Unidos, pero sus padres y abuelos les han enseñado a amarla y defenderla. Además, a medida que la guerra en Gaza se enquista, con decenas de muertes diarias a las que el mundo parece ya haberse acostumbrado, estos atletas son conscientes del peso que llevan sobre sus hombros. «Ustedes no son sólo atletas, también son símbolos de la resistencia palestina en un momento muy oscuro de nuestra historia», les bautizó la ministra de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina, Varsen Aghabekian Shahin.
Atletas asesinados
Aunque es la octava vez que los atletas palestinos participan en los Juegos desde aquella primera cita olímpica en 1996, nunca habían recibido tanta atención, apunta el jefe del comité olímpico palestino, Jibril Rajoub. Su presencia en las instalaciones deportivas de París es un reproche al mundo por haberles abandonado. Más de 400 atletas, voluntarios y entrenadores palestinos han muerto en la Franja de Gaza desde el 7 de octubre, según Rajoub. Entre ellos, está Majed Abu Marahil, de 61 años, el primer palestino que compitió en los Juegos Olímpicos en Atlanta 96. Marahil murió en Gaza por insuficiencia renal después de que el Ejército israelí le negara el acceso a la atención médica vital que le esperaba en Egipto. También el entrenador de fútbol olímpico palestino Hani Al Masdar, de 42 años, y la campeona de karate Nagham Abu Samra, de 24 años, cayeron víctimas de la violencia israelí.
Pero aquellos que milagrosamente siguen con vida saben que el retorno de los deportes a Gaza está a años, sino décadas de distancia. Los bombardeos siguen siendo tan feroces que la destrucción está más que generalizada, alcanzando niveles que no se habían visto en conflictos anteriores alrededor del mundo. En los casi 300 días de ofensiva, los aviones y los tanques israelíes han atacado casas, hospitales, escuelas, centros de desplazados y todo tipo de instalaciones deportivas. Hasta el edificio de la Asociación Palestina de Fútbol en Gaza ha sido bombardeado. Pese al reducido tamaño del enclave palestino –unos 365 kilómetros cuadrados–, antes de la guerra, concentraba en su territorio un número destacado de instalaciones deportivas. Ahora, apenas queda ninguna utilizable.
Estadios convertidos en campos de internamiento
La mayoría de los estadios de fútbol más importantes de Gaza han resultado dañados o destruidos a raíz de la extraordinaria destrucción sistemática perpetrada por Israel. Además, aquellas instalaciones más pequeñas y las canchas de tierra se han visto forzadas a transformarse en campamentos de refugiados improvisados, hospitales de campaña e, incluso, fosas comunes. El Estadio Al Yarmouk, en la ciudad de Gaza, es uno de los más antiguos del enclave, construido en 1952 bajo los auspicios de la monarquía egipcia, que ocupaba y gobernaba la Franja entonces. Albergaba varios clubes deportivos, sus gradas tenían capacidad para hasta 10.000 espectadores y era un centro clave para los deportes palestinos. También su gran tamaño lo convertía en el lugar ideal para celebraciones, festivales y bodas.
Ya no queda nada de esa felicidad. Las últimas imágenes surgidas del estadio al Yarmouk a finales de diciembre demuestran que el Ejército israelí lo ha transformado en un campo de internamiento improvisado para detenidos palestinos. Tanques patrullando el campo, decenas de hombres, mujeres y niños detenidos, desnudos y con los ojos vendados, y una bandera israelí ondeando sobre la portería, son las instantáneas que predominan sobre un césped mancillado. Otros estadios, como Al Dorra en la central Deir el Balah, se han usado como campo de refugiados para las decenas de miles de desplazados que intentan sobrevivir en Gaza. Desde el primer viernes de la guerra, este campo ha albergado a más de 10.000 personas que huyeron desde el norte de Gaza para encontrar refugio allí.
Con una infraestructura deportiva completamente diezmada y unos atletas traumatizados, heridos y hambrientos como telón de fondo, los “palestinos más afortunados del mundo” del equipo olímpico son conscientes que su presencia en París va mucho más allá del deporte. Acarrean la responsabilidad de representar a un pueblo desprovisto de dignidad. «No necesitamos que la gente sienta lástima por nosotros«, dijo Nader Jayousi, director técnico del Comité Olímpico Palestino, a NBC. «Por encima de todo, necesitamos que la gente reconozca lo que somos capaces de lograr como nación», concluyó, con orgullo palestino.
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